Era inaudito pasar por desapercibido la última colección diseñada por el maestro Giorgio Armani. El magnate que transformó la moda–––posiblemente el más grande de Italia de todos los tiempos–– con su inquebrantable consistencia y estilo auténtico, fue homenajeado una vez más en la Pinacoteca di Brera de Milán. Un emotivo tributo fue montado en una instalación repleta de velas que iluminaron una noche profundamente conmovedora.
Su repentino fallecimiento concibió su última obra en una retrospectiva que catapultó su nombre al Olimpo. La celebración reunió a una gran familia de amigos y musas ––– Leslie Bibb , Samuel L. Jackson, Richard Gere, Lauren Hutton, Glenn Close, Cate Blanchett–– quienes reverenciaron a la leyenda. El frenesí de estrellas no perturbó la serenidad del desfile, armonizado por las melodiosas notas de piano de Ludovico Einaudi, que sacaban algunas lágrimas.




La colección, cuidadosamente orquestada, se presentó con la habitual alineación de dos en dos, incluyendo a modelos que habían trabajado para Armani a lo largo de las décadas. Todo dejaba entrever una planeación anticipada para este magno evento, que resumía de manera sublime su universo.
Bellamente estilizados, la tranquilidad y la serenidad de sus chaquetas holgadas oversize, se complementaban con el brillo de vestidos resplandecientes en esmeralda y zafiro suspendidos de tirantes de filigrana. Una paleta infinita de grises, khaki, púrpura imperial y azul cobalto desbordaban la magnificencia de sus blazers-túnicas con hombreras fluidas, suavizadas por la riqueza de sus materiales que fluían en sus diáfanos pantalones harem y camisas nehru.




La deconstrucción y la fluidez embellecieron la delicadeza de los vestidos de noche, especialmente el último: un conjunto de falda y top azul, ambos bordados con cristales hilados. El top lucía el icónico retrato de Giorgio en su esplendor, con la barbilla apoyada en la mano, mirando fijamente al infinito.
La elegancia resplandece nuevamente de la mano de Silvana Armani, y su mano derecha, Leo Dell’Orco, guiándonos a futuro muy prometedor.
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