La celebración del mes del orgullo no se acaba y para enaltecer el espíritu que hace más fuerte a la comunidad LGBTIQ+, MUBI, la plataforma global de streaming, productora y distribuidora de películas, tiene un catálogo con títulos imperdibles, como el cortometraje Aribada, de Simon(e) Jaikiruma Paetau y Natalia Escobar. Pero ¿qué hace especial este short film?

Aribada se desarrolla en medio de la región cafetalera de Colombia. Aribada, el monstruo resucitado, conoce a Las Traviesas, un grupo indígena de mujeres transgénero de las tribus Emberá. Encantado por la belleza y el poder de sus espíritus, Aribada decide unirse a Las Traviesas, creando su propia comunidad futurista trans.

La mezcla del misticismo con la realidad y la cultura dan como resultado un cortometraje muy visual, un performance visual que llega con un enfoque diferente para dar cuenta de otras realidades, contextos y en este sentido, crear una nueva forma de retratar a las comunidades trans lejos de la mirada blanca occidental.

Para conocer más a fondo sobre las inquietudes, ideas y perspectiva artística con la que este cortometraje fue hecho, entrevistamos a Simon(e) Jaikiruma Paetau, quien además nos dejó en claro sus opiniones sobre la contribución del cine Queer a la filmografía y a la sociedad.

JR Hernández: ¿Cómo empiezas a construir este proyecto? ¿cómo fue ese proceso?

Simon(e): “Siempre trabajé con decolonialidad y cuestiones trans. Para mí, la colonización fue una imposición de sexualidad y de identidades. Me había enterado de las Traviesas porque fue un fenómeno que 80 chicas trans venían de la costa pacífica a la zona cafetera a trabajar como cultivadoras de café.

De repente, me contacta Natalia Escobar, ella es una artista interdisciplinaria, que conoció a Samantha, la lider de ellas en uno de sus viajes, me contacto para ver si hacíamos un proyecto. Y yo dije que sí.

Yo sentía que no había una contrapropuesta de los retratos que les habían hecho, eran el típico reportaje amarillista donde todo estaba mal, donde pasaban cosas horribles. Tenía claro que iba a ser una película”.

JR Hernández: ¿Qué otro propósito tuvo para ti su realización?

Simon(e): “Uno de los propósitos estéticos importantes es mi visión de por qué hago cine. Yo comencé hacer cine porque sentía que no existían representaciones trans, no binarias, queer y tampoco detrás de las cámaras. Siempre es una mirada de afuera, retratando la violencia contra las personas queer, era como reestablecer el imaginario que la vida de una persona queer en el imaginario del publico común”.

Creo que es muy importante que creemos otras imágenes para que también podamos existir. Si sólo nos quedamos en naturalizar la violencia, también vamos a naturalizar la violencia contra nosotres.

“Para nosotres fue muy importante trabajar así, le llamamos trans-futurismo, inspirado en el futurismo como eso que puede ser ese lugar utópico, que es lo que soñamos, donde podemos estar, cuáles son las imágenes que necesitamos crear para que podamos existir”.

JR Hernández: ¿La película entonces retoma un hecho real, pero hacia una perspectiva utópica?

Simon (e): “Sí, es muy interesante, porque muchas veces, como la gente no conoce el contexto cultural, piensa que es un documental. Para mí, la película es un performance utópico de una comedia que está por soñar y crearse”.

No queríamos hacer una película antropológica. El cine antropológico para mi es muy problemático, porque explica el ser, la otredad no blanca, no straight, para un público que supuestamente lo es.

“Yo nunca hubiera hecho la película si fuera una idea que no fuera trans. Esa intersección en Vera de ser trans, pero ya no están en sus resguardos, sino que están en el momento de consolidar su propia comunidad indígena trans. La película es cómo se están inventando rituales, símbolos, lenguaje, códigos; cada comunicad los crea y la cultura va cambiando. Fue un enfoque no esencialista y lo interesante es que las chicas están creando su identidad”.

JR Hernández: ¿De dónde vienen las Traviesas?

Simon (e): Ellas se llaman las traviesas. Muchas de ellas apenas están aprendiendo a hablar español; la mayoría son entre 13 y 35 o 40 años. En total son como 80, nosotros trabajamos con las que eran mayores de edad. La vestimenta, la creación de códigos y nuevos lenguajes, hablan de una transformación y eso es algo muy queer.

Ellas se definen como Traviesas porque son recolectoras de café y las traviesas del café es la cosecha de diciembre, que es la cosecha importante, la cosecha atravesada por el año. Entonces, su identidad de género es definida a través de su labor como campesinas; yo creo que es algo muy de ellas”.

Ahorita también están usando el termino mujer trans, que por razones políticas es más fácil comunicarlo, pero en sí me pareció muy interesante, por eso, también cuestionan el hecho de que una persona queer de cierta forma, es una imposición cultural o viene de un contexto del exterior.

JR Hernández: Con todo el lenguaje fílmico ¿cómo crees que el cine queer ha abierto estas posibilidades narrativas como cineasta?

Simon (e): “Para mí, el cine queer es mi casa, sin el cine queer yo no existiría como cineasta. Yo me acuerdo de que cuando estudiaba en la escuela de cine en Cuba en el 2014, (también estudió en Colombia) +… no nos enseñaban, no había un enfoque de género en clases como historia del cine. Cada generación debe de rebuscar sus raíces o donde existe en la cinematografía mundial.

El cine queer siempre existió de cierta forma, sólo no fue visibilizado. Yo estoy súper feliz de que Aribada llegue a más audiencias; es la película con más vistas que he hecho y estoy muy feliz de las diversas alternativas que hemos creado, los festivales queer, por el hecho de que no hay representación queer en los festivales y allá me siento en casa”.

Siento que muchas veces estamos obligados a explicarnos y yo no quiero siempre explicar, hay que avanzar, hay que soñar, hablar de la luna desde una perspectiva Queer. Tenemos que permitirnos hablar de la universalidad, de nuestra versión particular y nos niegan eso.

JR Hernández: ¿Qué descubrimientos tuviste en el proceso de hacer la película?

Simon (e): “Para mí lo más fuerte fue que yo notaba que estaba proyectando como yo veía mi propia identidad de género encima de las chicas y esa era una proyección colonial. En el proceso me daba más cuenta de que es algo con lo que debíamos tener cuidado.

Ellas tienen su forma de entender su expresión de género, no es como yo la entiendo desde una perspectiva urbana. Eso fue el aprendizaje más grande. Hicimos muchas escenas que eran como improvisaciones, donde ellas proponían cosas y les dábamos pautas; creábamos los escenarios para que se pudieran expresar, pero nunca era imponer la visión de ellas”.

JR Hernández: ¿Cómo definirías la esencia de Aribada?

Simon (e): “Que estamos cuestionando quién es el verdadero monstruo y que los cuerpos de las disidencias de género son vistas como las monstras, pero a través del mito de la Aribada, el verdadero monstruo es la exclusión, el racismo.

La esencia de Aribada tiene un enfoque muy cinematográfico, sensorial, emocional; es como un viaje visual, como un poema. Un sueño que trata de comunicarse por la fuerza de las imágenes y no al texto”.

JR Hernández:¿Qué tiene por enseñar el cine queer al resto del mundo?

Simon(e): “Siempre ha sido una ruptura con la normatividad, cuestiona que es importante ‘fallar’. El cine queer y nosotres ‘fallamos’ y el fallo es algo muy importante; fallamos en ser hombre o mujer, fallamos en ser heterosexual, pero en ese fallo hay una potencialidad y tampoco queremos serlo, no queremos ser normativos.

Creo que el cine queer hace esa ruptura y creo que siempre debe de romper el orden, la identidad, el estatus quo y eso va cambiando, porque las luchas van cambiando, dependiendo de los contextos culturales y situaciones. Porque son muchas luchas dentro de una que están conectadas”.

Al final, hace una introspección sobre el momento en el que se encuentra el cine queer, donde resalta la importancia que tienen las nuevas y propias formas de distribución, como los festivales, mismos que han creado nuestras estructuras y es un gran logro.

Independientemente si una película es valorada por un festival de afuera o si no, también va a existir. Tenemos que dejar de pensar que debemos de ser validades por personas que tienen dificultad en verlos porque deciden cuándo estamos dentro y cuándo fuera; y nosotros siempre estamos y seguiremos existiendo”.

 

 

 

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