Azul para niños, rosa para niñas

No podemos negar el hecho de que en la actualidad el rosa se ha vuelto popular entre los hombres, pero ¿es normal que haya tardado casi un siglo? ¿desde cuándo el color rosa empezó a estereotiparse como un color femenino? Hoy en día ser hombre y usar rosa aún sigue siendo un acto de “declaración” aunque la historia nos demuestre lo contrario. 

Antes del siglo XIX, el color rosa no representaba lo femenino. En el siglo XVIII, de hecho, no existían tales acepciones, María Antonieta marcó tendencia en su época, una de esas tendencia fue el uso de los colores pasteles. En ese siglo María Antonieta y Luis XVI vestían a sus hijos con lo más novedoso en cuanto a textiles y hay diferentes pinturas en donde podemos apreciar al infante Luis Carlos vestido de rosa y a su hija María Teresa vestida de azul.

Pintura de María Antonieta y Luis Carlos de Ludwig Guttenbrunn, año desconocido.

Fue en 1918 gracias al Earnshaw’s Infants Department que encontramos las primeras relaciones entre género y color, en él se plasma que “La regla aceptada generalmente es: rosa para niños y azul para niñas” ya que el rosa es más acertado para ellos por ser un color decidido y fuerte, mientras que el azul es delicado, fino y es más bello para una niña. 

A pesar de ser solo una recomendación de moda, no era una regla universal que los niños usaran el color rosa y las niñas azul, pues con anterioridad lo normal era usar el color blanco (recordemos que pintar un textil era mucho más costoso de lo que es ahora).

Hasta 1927, en Estados Unidos, tanto niños como niñas usaban azul y rosa sin prejuicios. Esto cambió después de la Segunda Guerra Mundial en la década de los 40, los babyboomers fueron los primeros en asociar el género con los colores; sus madres se cansaron de usar blanco y buscaban una nueva “moda infantil”, el azul para los varones y el rosa para las niñas fue algo innovador en esos años. Poco tiempo después podemos encontrar productos diseñados “para la mujer” en donde el estereotipo ya se hace fuertemente presente, por ejemplo, Dodge lanzó su modelo La Femme, primer auto diseñado específicamente para la mujer, en color rosa y blanco.

Dodge, La Femme, publicidad de Dodge en 1956.

Tres décadas después ya es muy notorio cómo las empresas hacían una diferenciación en los productos que vendían, muñecos vestidos de azul y con un balón de futbol, las muñecas vestidas de color rosa que incitaban la maternidad; cuanto más se individualizan los productos más pueden venderse. 

Dejando de lado estos ejemplos, es claro que en la actualidad el uso del rosa en los hombres ha aumentado considerablemente, pero la idea de que un hombre use ropa de color rosa sigue siendo estereotipada con la orientación sexual. “joto, puto, puñetas” son algunos de los adjetivos comunes pues parece ser que seguimos asociando directamente el color con lo “femenino”. 

Ya basta de hacer prejuicios a partir de los colores, para finalizar esta nota me gustaría recalcar tres puntos básico que como hombres podemos llevar a cabo y librarnos de los estereotipos:

  • Deconstruir la noción de que un color es representativo de un solo género.
  • No justificar el uso del color rosa ante los demás, pues eso sigue demostrando que hay un problema con usarlo.
  • Dejemos a los niños ser niños y usar el color que les plazca, es su ropa. 

Puede que llevemos un avance considerable en nuestra sociedad al permitir que cada vez menos personas sean juzgadas simplemente por su apariencia, pero es nuestra responsabilidad continuar cuestionando todas nuestras actitudes y el entorno que nos rodea en pro del avance social equitativo.

 

Adrián Páramo estudiante de relaciones internacionales y de japonés, me gustan los temas sobre movimientos LGBTTTIQ.

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