En la década de los 2010s, un nuevo fenómeno estaba surgiendo en Indio, California. Serían conocidas por imponer un estilo único, un boho – chic refinado, se podría decir. Estrellas juveniles de Hollywood y nacientes celebrities de Instagram, influyeron en la creación y definición de un estilo que se quedaría o sentimos que se congelo con el tiempo. Coachella fue el lugar que brindó la oportunidad de liberarse y fluir con mini denim shorts, cowboy boots, estridente joyería, vestidos con armoniosos frills y el accesorio espiritual más importante: una corona de flores. La principal impulsora fue Vanessa Hudgens. Elevo esta tendencia en un estilo imprescindible que parecía ser una temática duradera y era la que influencia sobre los demás. La mayoría trataba de imitarla. Su ausencia, (no sonamos dramáticos) indujo a preguntarnos si Coachella está en una crisis de identidad.
Claramente, el aura femenina ha sido la más relevante y prospera en admirar. ¿Quién no se emocionaba por imitar los outfits de las hermanas Hadid, Jenner, de Selena Gomez o de algún Angel de Victoria’s Secret? Incluso, al ser el epicentro temporal de famosos, muchos trataban de obtener un pase o colarse en aquellos excéntricos valles y sentir esa vibra que tanto aheleaban por vivir. No podremos negar que en Pinterest, tenemos guardado fotos que nos inspiraban y amaríamos por usar (si llegábamos a ir a tal festival). De repente, todo aquello se ha esfumado. Solo contemplemos las siguientes imágenes:
En esta edición 2024, los internautas y propios asistentes, se percataron de la ausencia de una estética fija. Notemos que las mismas celebridades que solían ir acorde, han dejado aquello atrás. Muchos iban demasiados formales o simplemente, iban en tendencias demasiado urbanas o querían pasar desapercibidos. Realmente, esa esencia que distinguía a Coachella de otros festivales, se va evaporando con los ideales de “No me importa, es solo un evento y ya”. Y no creo que sea la típica frase “es que prefirió la comodidad, ante todo” – sea la respuesta a esta venidera recesión. No existe una atracción alguna hacía incorporar nuestras mentes en un ambiente que era un escape de la alucinante realidad. ¿Estamos enfrentando un nuevo panorama que reniega atarse a una etiqueta? Claro, la moda cambia y crecemos, pero en estos festivales de moda, se circula una precariedad en la uniformidad de un estilo comunitario.
Muchos seguirán aferrados a un maximalismo bohemio 70s, y unos fomentarán nuevos códigos que serán incomodos por observar y acostumbrarnos a tiempos confusos. ¿Es correcto impedir que nuevas perspectivas invadan el confort? ¿Todo esto es raro, saben? ¿Es sano querer vivir en la nostalgia? Acaso, el compromiso por coexistir en un festival desértico musical debe continuar, tal ves si. Posiblemente, como comunidad debemos unirnos para mantener vigentes tales ideas y que no diluyan, terroríficamente. ¿Qué harías si fueras invitado al desierto artificial más estupendo de la juventud?
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