Poor things de Yorgos Lanthimos, es un alegre remolino de colores, texturas y rarezas. Un cuento a lo Frankenstein protagonizado por Emma Stone en el papel de Bella Baxter, una mujer reanimada con un nuevo cerebro que se desarrolla rápidamente en un viaje para descubrir el mundo.
Poor Things nos transporta a un universo de cuento de hadas con un seductor toque morboso. Desde tranvías en el cielo, medio perros medio gansos, hasta máquinas de digestión externa que producen burbujas gástricas, el mundo de Poor Things es bello, pero no teme eructar en voz alta.
El universo visual de Poor Things comenzó como una pizarra en blanco, al igual que el nuevo cerebro vorazmente curioso de la protagonista, Bella, y es fruto de la colaboración entre la directora artística Shona Heath (colaboradora durante muchos años del fotógrafo de moda Tim Walker) y el diseñador de producción James Price (Southcliffe, Paddington 2, The Iron Claw). La perspectiva era tan emocionante como desalentadora.
Cuando el mundo entero es tu ostra imaginaria y tienes que convertir esa ostra imaginaria en un plato de cine, ¿por dónde empiezas? Lanthimos dio a Heath y Price sólo cinco imágenes como referencia para la película, una de las cuales era una sección ampliada de un cuadro de El Bosco, El jardín de las delicias. Esta imagen se convertiría en una parte intrínseca de la “biblia” de la película, el documento de ADN de lo que debía ser la película.
Hay diferentes universos en ese cuadro, desde el infierno hasta el cielo: muestra la humanidad, la realidad, la muerte, la destrucción, la fantasía, todo”, afirma Heath. La arquitectura carnosa del cuadro, “rosa, pero también con venas azules”, influirá en gran medida en las texturas viscerales y corporales de Poor Things. Los elementos de la anatomía humana se transponen a las superficies externas de la película con humor caprichoso. Esta idea de estructuras y texturas que remiten a la medicina fue algo que utilizamos durante toda la película”, explica. “En nuestros sueños, Baxter también era un arquitecto y diseñador brillante”.
La sensación surrealista y diorámica de algunos de los decorados de Poor Things -una vertiginosa barriada desértica en Alejandría, los caprichosos tranvías que surcan el cielo en la fantástica interpretación de Lisboa que hace la película, e incluso su réplica del Tower Bridge- se debe a su naturaleza meticulosamente artesanal como miniaturas. Poor Things fue la primera oportunidad que tuvo Price de utilizar estas técnicas que había estudiado en la universidad a partir de las películas con las que creció, como En busca del arca perdida y La guerra de las galaxias.
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