Las segundas partes difícilmente satisfacen expectativas, pero en esta ocasión no será así. En la primera parte de la historia de la ropa interior de hombre que titulamos: “Desde taparrabos a braguetas: La evolución de la ropa interior masculina Parte 1” exploramos los orígenes de esas prendas indispensables que nos acompañan todo el tiempo, en las buenas o en las malas.
De esta manera, si en el pasado la función de la ropa interior fue meramente utilitaria para satisfacer las necesidades básicas con ligeros cambios, no fue hasta el siglo XX (y lo que llevamos del XXI) en donde los también conocidos “calzones”, tuvieron un salto exponencial en cuanto telas, colores, formas, dotándolos de atributos altamente sensuales gracias a la publicidad.

Dominic Fike, Calvin Klein fall 2021
Así, a finales del siglo XIX, los hombres vestían unos “calzones” largos para protegerse del frío y combatir la propagación de los olores corporales. El tejido de dichas prendas masculinas era la lana. Esta tendencia fue auspiciada por el doctor Jaeger, antiguo profesor de fisiología de la Universidad de Stuttgart y propietario de la compañía Jaeger, especializada en fabricar prendas de lana.
Ya para la segunda década del siglo XX, la ropa interior adoptó una versión más veraniega, con mangas y perneras cortas, lo que orilló a separarse en dos piezas, dando lugar a la camiseta interior y los calzoncillos tipo bóxer. Durante esos años, se vivió la introducción de telas preencogidas, mismas que revolucionarían la nueva ropa interior de hombres en los años 30. Pero hasta que eso llegara, durante los años 20 el calzón boxeador o bóxer brief, bautizado así por ser una versión “abreviada” de su predecesor, el popular “Long John” o calzón largo. El cuál se usaba hasta abajo de los tobillos, mientras que el bóxer brief hasta la mitad del muslo.
Pero como nada en la vida dura para siempre, gracias a la crisis económica de 1929, ¡y vaya que debemos de dar gracias! abrió paso a un nuevo diseño de ropa interior, pues con la intención de ahorrar dinero, se recortaron las perneras largas, hasta llegar a ser inexistentes, lo que desembocó en la creación del primer slip en 1934, considerado ahora como uno de los calzoncillos más antiguos de la época moderna.
En se mismo año, “Jockey” introdujo los calzoncillos con ventilación “Y” (de bragueta abierta), llamado así por su parecido a una “Y” invertida. La compañía comenzó a fabricarlos en la década de 1930 inspirados (aparentemente) por los populares trajes de baño usados en la Riviera Francesa. Con esto, nació una generación de ropa interior que se ajustaba al cuerpo. Años después, “Jockey” introdujo la “ventilación-Y” de diagonal, característica que adoptaron tanto bóxers cortos como largos.
Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) no hubo muchos cambios, dadas las condiciones de precariedad, así que fue hasta los años 50 que hubo un avance al integrar fibras sintéticas en las líneas de ropa. De esta forma, los fabricantes de ropa interior para hombres comenzaron a experimentar con telas como el rayón, dacrón y el nuevo nylon “DuPont”, dando pie a la creación de los precursores de las nuevas líneas de suspensorios atléticos, trajes de baño para caballero, boxers, calzoncillos, bragas y trusas.
Fue en la misma década de los 50, cuando la camiseta dejó de ser “interior” para dar paso a su uso externo. Este paso fue especialmente propiciado por los jóvenes, quienes en un momento de rebeldía, tomaron el uso de esta prenda interior como parte de su vestimenta cotidiana, desmitificando la idea de una prenda para un uso interior exclusivo.
Durante los años 60 y 70, surgieron y popularizaron los gimnasios o “clubs de salud”, la mayoría con piscinas, saunas y algunos con masajistas. Estaban orientados para atraer al hombre de negocios que debía cuidar su físico, ya sea con pesas, caminatas o a ejercitarse en máquinas universales. Estos clubes de salud, sobre todo los de Jack LaLanne “spas europeos de Salud” eran un paso adelante respecto a la YMCA, que era la opción más tradicional hasta ese momento.
De los 80 para el 2000, el culto al cuerpo tuvo especial atención, dado al incremento de la cultura del gym en los centros comerciales o clubes de esparcimiento, haciendo que las clases altas o medias se dieran el lujo de cuidar más de su apariencia, lo que derivó en ropa más ceñida al cuerpo hecha de lycra en colores fosforescentes, particularmente para trajes de bajo.
Durante este tiempo, los diseños en cuanto a “calzones”, no se hicieron esperar, creando distintos tipos, dependiendo de cada hombre y su anatomía. Se volvió más un asunto de estética, seguridad y sensualidad. Por lo que el bóxer clásico (largo, mediano corto), bóxer ajustado (corto, mediano, largo), slip o trusa, suspensorios y tangas, son parte de nuestra realidad. En cuanto a los materiales, la industria a avanzado, abarcando distintos tipos de textiles como el algodón, fibras sintéticas como el poliéster, elastano o las mezclas entre ambas.
Líderes del mercado
Calvin Klein es sin lugar a duda, la marca que más ha exportado anuncios publicitarios de ropa interior para hombres, cuya popularidad ha dado la vuelta al mundo, gracias a sus singulares poses y erotismo, siendo los hombres jóvenes del momento, sus mejores aliados.

Justin Bieber, Calvin Klein 2014

David Gandy para su línea homónima

David Beckham

Shawn Mendes, Calvin Klein 2019

Maluma, Calvin Klein 2020

KJ APA, Lacoste 2021
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