Siempre he encontrado particularmente encantadoras las relaciones a larga distancia. Hay algo romántico en esas llamadas: un poco de fantasía que sustituye las cenas caras, las noches de fiesta y el beso de buenas noches. Simplemente eliges escuchar la voz de otra persona al otro lado del teléfono. Escribir una carta (un correo siendo realistas) es una de las cosas más mágicas en este tipo de relación. Hay quien dura días armando el correo perfecto para esa persona y contarle sus aventuras. Y es que no recuerdo una conversación que haya expresado mejor mis sentimientos y emociones que cuando lo hago de manera escrita. 

Últimamente eso se ha perdido con la era digital del swipe. Hoy lo único necesario es la función primaria de darle a la derecha, mandar emojis y si no estás disponible cada noche ten la seguridad de que serás olvidado. Pero la esperanza es lo último que muere y con el rápido esparcimiento de una pandemia en 2020 la disponibilidad de básicamente toda la gente está en pausa. En pocas palabras: estamos todos a distancia. En este nuevo ecosistema social la soledad se siente mucho más para aquellos que no tienen pareja. 

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Hoy la gente expresa más que nunca que desea tener una pareja y no sabe como conocer gente si no puede ni salir de casa. Posiblemente también te sientas así; sin embargo, todo esto puede ser algo positivo, aunque no lo creas.Nuestra limitación para conocer y tocar a una posible pareja puede ser la única cosa que necesitamos para prevenir que el dating moderno caiga en picada.

Claramente no hay nada bueno en vivir una pandemia que está atacando a la población mundial. Y ya que lo único que podemos hacer es estar en casa, nos atenemos a existir y de alguna manera seguir con nuestras vidas. Por lo que es muy humano tratar de encontrarle el lado bueno a esto. 

Se dice que las limitaciones generan creatividad y en este caso eso está probado. El dating es algo que se ha degradado con el tiempo. Ha incrementado la ambivalencia entre los usuarios de las aplicaciones de citas, tanto que muchas terminan antes de siquiera comenzar. En 2017, el término ‘ghosting fue añadido al diccionario de Merriam Webster, siendo aprobado el formato para ignorar por completo a alguien de manera digital y sin explicación.

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Nuestra dependencia a estas aplicaciones aunado a su creciente ineficacia infunde una profunda soledad en aquellos que buscan una pareja. Esta soledad es lo que nos lleva a pensar que el online dating va a desaparecer, y así como todo está cambiando con este virus, también esto puede cambiar. Uno de los mayores problemas con este tema es que la gente piensa que tiene posibilidades infinitas, por lo que les da igual lo que sienta la otra persona, el esfuerzo que se requiere es mínimo. Este fenómeno tiene la posibilidad de continuar: un individuo deja de contestar e ignora sin explicación, haya cuarentena o no (aunque son sorprendentes las pocas excusas que hay en la primera opción). Pero hay algo único en estos tiempos de pandemia que hace que la conexión virtual logre que el ghosting sea menor. 

Cuando inicias una relación virtual es meramente emocional. No hay razón para continuar el compromiso salvo que de verdad disfrutes hablar con la otra persona. Y cuando hablas con ella, desarrollas una intimidad que normalmente toma más tiempo lograr en vida real. Sin la opción del contacto físico, logras otras cosas que quizá no obtendrías en persona. Especialmente en estos tiempos de pánico y soledad la gente esta más vulnerable. Ansían ser escuchados y escuchar a alguien, y desarrollan nuevos niveles de apreciación a la experiencia.

Incluso el sexo es más íntimo. Con el sexo virtual no podemos hacer lo que normalmente hacemos. Cuando la mayoría de nosotros empezamos a tener relaciones sexuales existía la pornografía, pero aún no se convertía en el manual educativo que es ahora, por lo que tú y tu pareja descubrieron ese mundo juntos. En cierto modo esto es similar, ya que es algo nuevo y menos común: es más incómodo y realmente tienes que confiar en alguien para explorar esa extraña forma de tener sexo. Cuando de verdad te importa alguien, incluso si ya no estás interesado de manera romántica, aún vas a tratarlo con cariño. 

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Hay cierta magia romántica en elegir la opción menos fácil, en darle tiempo a alguien porque te interesa lo que tiene que decir y no sólo por la comodidad temporal de Netflix and chill. Es sorprendente la coincidencia con Love is Blind, el show de citas a ciegas, donde los individuos hablan y deciden si quieren un compromiso sin verse en persona. Muchos de ellos se comprometen, aunque no todos funcionan. Al final de la temporada cuando preguntan si el amor es ciego, todos levantan la mano (perdón el spoiler).

En lo personal he tenido un par de relaciones a distancia, enamorada de alguien lejos de mí, y a pesar de que no ha funcionado, me encuentro atraída a ese sistema no sólo por mis problemas de compromiso e independencia, sino porque hay algo romántico en elegir la opción más difícil. Encontrar tiempo para ese alguien sólo por escuchar de su vida y no sólo por tener con quién ver la tele, se convierte en una relación más profunda que conveniente, es conexión pura. 

No menosprecio el poder de la química cara a cara y del contacto físico -necesitamos eso y espero con ansías volver a ello- pero no me sorprende si este ‘descanso del contacto social’ nos estimula a abrirnos a conexiones que pudimos haber dejado ir en el pasado por no darle importancia a lo que realmente vale la pena. Se ha interrumpido nuestra vida de manera devastadora. Pero haber interrumpido el modo en el que se estaban llevando las citas online últimamente no es lo peor que pudo habernos pasado. Si acaso es algo que necesitábamos.  

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