Empecemos por los datos: La Federación Mexicana de Fútbol Asociación (FMF) acumula ya 24 llamadas de atención por parte de la FIFA ante el grito homofóbico de “puto”.  Claro, también tendríamos que hacer notar la doble moral de la FIFA al entregar sus mundiales a países como Rusia, que tiene una fuerte represión contra la comunidad LGBTTTIQ+. Pero ese es otro tema que luego abordaremos. 

México se caracteriza por su lenguaje machista y más cuando hablamos de fútbol; o a poco no es común en las narraciones: “entrada viril” “párese que esto es para hombres” (después de que algún jugador haya caído producto de la jugada). Todo esto nos llevó a normalizar cualquier tipo de expresiones que vulnera a las ya históricamente oprimidas y vulnerables comunidades como lo es el colectivo LGBBTI+. 

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Fotografía: José Toscano.

La homofobia en la sociedad es tan grande, cínica y normalizada, que no dejó al fútbol libre de su horrible mancha. Los organismos máximos de fútbol de países como Italia, Alemania o España compiten contra las hinchadas de sus equipos por cantos racistas, xenófobos y claro, homofóbicos. Grupos de ultraderecha y supremacistas blancos inundan las gradas de los clubes más poderosos de Europa y el crecimiento junto con la pasividad de las ligas y el mismo Estado han llagado a grados más que peligrosos e indignantes. 

Para muestra un botón. En España el árbitro Jesús Tomillero es un claro ejemplo de cómo esto no es un juego y se debe combatir ya. Tomillero es un árbitro español que, tras declararse abiertamente gay, tiene que vivir con protección policiaca debido a las constantes amenazas de muerte que recibe a diario. En sus propias palabras, más de  mil 500 amenazas de muerte. ¿Cómo se puede vivir así? ¿No acaso tenemos el derecho de vivir en paz?

Pero Tomillero, además de gran árbitro, es un valiente, pues no ha dejado de salir al campo a repartir justicia para los equipos, aunque para él, la justicia es un asunto que pasa por su orientación sexual. Además de que usa en forma de resistencia sus cordones con los colores de la comunidad, aún cuando se lo prohibieron. Una vez expulsó a un jugador que lo insultó por su orientación sexual, lo siguió al vestidor y ahí continuaron los insultos sin que la policía interviniera de manera tajante. A Tomillero se le ve tímido, introvertido y claramente nervioso en sus entrevistas donde narra cómo ha sido objeto de insultos dentro y fuera del campo. Esto da una respuesta clara de porqué nunca nos enteramos de jugadores gay de élite. ¿Imaginas lo que serían las gradas rivales, los encabezados de los diarios, los memes y sus compañeros de vestidor?

La presión mediática que vive el fútbol es machista donde no hay lugar para los homosexuales. 

Entonces qué hacer con el tema. En México la cosa no es más favorecedora. La FMF no está consciente del problema de raíz que es la homofobia, pues en sus campañas para parar el famoso grito, jamás ha usado la palabra. Además, comenzaron a tomarle importancia al tema cuando la FIFA puso en riesgo su competición en eventos internacionales, dejando claro que lo que importa es el dinero del negocio y no velar por los derechos de todos. 

El vestidor para los futbolistas se ha convertido en un clóset donde se visualiza complicado el panorama, sin embargo, resignarnos no será la opción. Debemos generar campañas de información que promulguen los derechos, el respeto y la diversidad. Por otro lado, si el problema crece, las medidas tendrían que exigirse de manera más formal ante las autoridades, dejando en claro que las reglas se cumplen en el campo, dentro y fuera del estadio con castigos ejemplares. 

Además, no todo el fútbol está manchado, clubes como St. Pauli de Hamburgo es uno de los clubes que lucha por los derechos LGBTTTIQ+. Dentro de su estadio hay pintas y frases en pro de la comunidad, además de verse banderas en cada encuentro. Sin duda, un club que pone el ejemplo ante el mundo. ¿Nosotros cuándo? 

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