La experiencia de comer resulta fascinante. Encontrar en cada sabor el toque especial que hace de cada platillo un viaje a recuerdos, lugares y momentos, es lo ideal para poner una sonrisa entre cada bocado. Eso, lejos de ser fácil de lograr, es un compromiso que se vive en la cocina; desde la selección minuciosa de cada ingrediente hasta un cálido servicio en el que también se degusta el afecto por la buena gastronomía.
Hotaru abre sus puertas a la experiencia de lo que es la tradicional barra japonesa, en un juego en el que la combina con el estilo edomae, para traer hasta la mesa, una muestra del alto nivel de compromiso por crear un platillo de calidad, con historia y creatividad. Esta dosis es cortesía del chef Alejandro Pérez y sus 14 años de experiencia, que no sólo dejan ver su habilidad y técnica para la cocina japonesa, sino también su pasión y dedicación por garantizar la satisfacción de cada uno de sus clientes.
¿Qué puede ser lo más importante a la hora de comer en Hotaru? Resalta la fortuna de hallar en sus platillos la verdadera sensación de la técnica edomae, como si se estuviese probando el sabor de lo que era preservar un buen alimento en el antiguo Tokio. Del encurtido en sal y vinagre, el cocido a vapor, el hervido y el marinado no se puede esperar otra cosa que una atracción inmediata hacia la comida; basta una sola pincelada de nikiri (salsa a base de soya y mirin) para que el pescado y el arroz tengan el perfecto equilibrio de sabor.
Lo único que debe buscar el comensal que llega a Hotaru, es el disfrute de la comida y no hay duda de ello. El menú Omakase es ideal; es ir de la mano de los cocineros para gozar de todo lo que se le ofrece. Ejemplo de ello, el nigiri; no sólo se trata de presentarlo como un sushi con pescado japonés, aunque puede ser de: España, Nueva Zelanda, Islandia, Escocia, Rusia, California, Alaska, Canadá, Golfo de México o del Pacifico (la variedad se defiende en Hotaru), también se trata de mostrarlo con inventiva, con la firmeza de que sólo así es como puede lucir un sushi.
Toda buena comida debe ser bien acompañada. El maridaje no se debe dejar pasar, percibir el equilibrio entre todos los sabores fuertes y suaves que ofrece Hotaru, sólo se logra con la bebida más emblemática de Japón, el sake, fresco, espléndido y aromático en su presentación. Pero como se mencionó, la variedad también es parte del sello y las bebidas que se ofrecen van del té verde, cerveza, vinos blancos, champán y hasta whisky japonés.
En Hotaru, es más que cómoda la vivencia de la tradición en la comida japonesa. Un ambiente relajante, íntimo y fácil de gozar, hace que comer vaya más allá de disfrutar los alimentos, es apreciar la cultura y la historia que definen un estilo como el edomae; agradecer lo que otros países pueden ofrecer y valorar lo que el nuestro puede aportar para seguir ampliando la perspectiva de la gastronomía con el único fin de hacer feliz al comensal.
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