Marzo es el mes en el que las restricciones sociales, debido a la pandemia del Covid-19, tomaron efecto generalizado en los países de occidente. También, es el mes en el que las tiendas cerraron, el consumidor dejó de comprar ante la incertidumbre global y comenzaron los cambios que llevaron a la industria a implosionar; la pandemia había acelerado el colapso del ya insostenible ecosistema de la industria de la moda.
¿La Semana de la Moda? Con un futuro incierto. ¿La fotografía de moda? Muerta. ¿El retail? Muerto. ¿Las revistas impresas? Apenas y resistiendo, encogiendo sus presupuestos, ediciones y tirajes. Una industria que quedó en ruinas y paradójicamente, con un futuro que nunca se había visto tan emocionante. Como los autores Adam Geczy y Vicki Karaminas señalan en el libro “The End of Fashion : Clothing and Dress in the Age of Globalization”, declarar a algo “muerto” en la posmodernidad es reconocer que sus antiguos paradigmas y maneras de operar necesitan una reorientación.
Declarar a la moda muerta significa abrirle la puerta a su segunda vida
Durante un par de años, la moda ya había estado siendo forzada a reconocer que la manera en que funciona, se comunica, los ideales que promueve y sus estructuras mismas, necesitaban una renovación exhaustiva. Sin embargo, para ser una industria que pregona lo último en tendencia, es también una que se aferra a lo que conoce y sus formas de operar. Una pandemia le dio el empujón para al fin hacerlo. ¿Qué ha pasado durante este último año?
La primera preocupación de retailers y marcas fue el inventario que continuaba apilándose tras el cierre de tiendas en marzo del año pasado. “¿Estamos haciendo demasiado?”, parecía comenzar a ser preguntado por la industria. La respuesta corta: sí.
Marcas como Gucci anunciaron que girarían hacia presentaciones “seasonless” y abandonarían “el viejo ritual de las temporadas”, acorde a notas compartidas del diario personal de Alessandro Michele, Director Creativo de la marca italiana. Saint Laurent seguiría el ejemplo, “tomando control de su propio ritmo”. Un grupo sustancial de Directores Creativos ( Dries Van Noten, Marine Serre, Gabriela Hearst y más), CEO’s y buyers, firmarían una petición a las tiendas minoristas para ajustar el ritmo del calendario de entregas, creando uno más saludable para las finanzas de marcas jóvenes y disminuyendo la necesidad de liquidaciones.
Hace unas semanas, Tom Ford anunciaría que el calendario de New York Fashion Week sería eliminado para abrir paso al “American Collections Calendar”, permitiendo a las marcas mostrar en el momento que mejor consideren adecuado y hacerlo fuera de Nueva York, descentralizando la industria y haciéndola más democrática.
Señalando el fin de una era para las tiendas departamentales, la icónica tienda neoyorquina, Barneys, cerró sus puertas. Meses después de caída del neoyorquino, MyTheresa, el retailer de lujo en línea, ingresaría a la bolsa de valores con una valuación de $3 mil millones de dólares y Farfetch develaría una inversión de 1.1 mil millones de dólares por parte del conglomerado de lujo Kering, el conglomerado Richemont y Alibaba para formar la iniciativa “Luxury New Retail”. Hace un mes, la plataforma reportó alcanzar por fin la rentabilidad tras 12 años de operar. Así, después de un año de estar en casa, sabemos que no es necesario salir para comprar.
Poco después de la crisis de la industria, se vio obligada a enfrentar el racismo. En Estados Unidos las protestas sobre la violencia policial perpetrada a George Floyd llevaron a los consumidores a exigir más a medios y marcas, preguntándoles qué pueden hacer distinto. Después de todo, esta es una industria que dicta lo que es deseable. Y sistemáticamente ha elegido hacer deseable la blanquitud.

Zendaya Instyle cover
Credit: PHOTO BY AB+DM
La actriz vistió exclusivamente diseñadores de ascendencia africana, con el entero equipo de talento componiendose de la misma manera.
Las respuestas fueron desde simples publicaciones de un cuadrado negro en redes sociales y donaciones, hasta disculpas a empleados por crear ambientes laborales hóstiles y compromisos de emplear y dar espacio a talento diverso, no solo en portadas, sino en equipos creativos y posiciones ejecutivas.
Incluso, en México resonó la petición por diversidad, con la primera modelo oaxaqueña en una historia de portada para la Vogue de nuestro país.

Karen Vega por Dorian Ulises López Macías. Vogue México Julio 2020.
Durante este último año, el interés de los consumidores en la sustentabilidad y específicamente en el lujo de segunda mano, se solidificó. El e-tailer The Real Real anunció alianzas con Burberry y Gucci, uniéndose a las pocas marcas que autorizan la reventa de sus productos, cambiando la concepción de lo que es el lujo y cómo no necesita ser siempre algo nuevo.
Por su parte, el diseñador neoyorquino Marc Jacobs, decía en Abril del año pasado: “Lo que hago, las prendas que hago y cómo las presento… Se siente como si jamás volverán a existir como las conocemos”. De cierta forma tiene razón, no solo la moda ha cambiado. El mundo entero lo ha hecho; hoy estamos adentrándonos en una nueva manera de vivir.
Y si la moda es una expresión del clima social y cultural, ciertamente estamos ante la concepción de una nueva industria.
PUBLICAR COMENTARIO