Sonríe. El debut de Glenn Martens en la línea prêt-à-porter de Maison Margiela fue una declaración de optimismo en medio de una sociedad pre-apocalíptica. Dadivosamente, una orquesta de 61 niños entusiasmó al público, que escuchaba atentamente un repertorio de Mozart, Bizet, Strauss, Beethoven y Prokófiev.
Vestidos con esmóquines, los pequeños músicos no paraban de alegrarnos con su inocente ruido que estalló con un contraste estilístico genuino––un guiño al legendario desfile de 1989, cuando Martin Margiela presentó su colección en un parque suburbano con niños corriendo entre la audiencia. Esta vez, esa emoción fue remasterizada: los modelos desfilaban con una sonrisa forzada, sostenida por rectángulos metálicos en las comisuras de los labios.




La ropa, por supuesto, hablaba por sí misma. Aunque la monotonía gestual unificó el mensaje del anonimato, reflejando el espíritu global de agotamiento. El desfile se tiñó con una sobriedad, plagada de reinterpretaciones, que daban continuidad al legado de la maison con un enfoque urbano e introspectivo.
La sastrería emergió más serena y arriesgada, con gabardinas de solapas sin rematar con forma de “V” y túnicas largas de cuero de aspecto gótico. La apariencia desgastada del denim conectaba con la elegancia austera de trajes––blazers con un cuello nehru y hombros redondeados y pantalones ligeramente anchos––que la impecable deconstrucción otorgó el ajuste perfecto.




Las transparencias plásticas resultaron más cautivadoras en vestidos lenceros drapeados, , moviéndose como velos de novia fantasmales, o en camisas masculinas combinadas con chalecos de esmoquin. La “atemporalidad Margiela” se extendió en el efecto del desprendimiento del papel tapiz floral del siglo XVI mediante el grabado en relieve en una serie de vestidos cruzados de satén drapeado con estampado floral.
Aunque el escándalo parece dominar la escena contemporánea de la moda, Martens ofrece una visión potente, capaz de reconciliar a los que defienden la herencia sagrada de Margiela en una poesía textil innovadora sucumbido al rojo carmesí de aquel blazer de vinilo.
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