Snoop Dogg, es el tipo de persona, que ahuyenta las malas vibras, expresando una activa festividad a los Juegos Olímpicos de París. Su genial, apacible irreverencia, ha servido de apoyo para todos los atletas, quienes disfrutan su carismática personalidad, que acecha los rincones vigorosos. Siendo un invitado como el resto, ha tomado con seriedad, una apreciación al deporte, como símbolo de unión y comunidad. Ser partícipe de la inauguración, al sostener la antorcha en la capital francesa, es sumamente irónico de observar. No cualquier rapero, es bendecido y complacido por el Olimpo.
La voluntaria ocurrente participación de él, le ha brindado una rejuvenecida exclusividad en los medios. Snoop, no solo es un espectador, es un peculiar corresponsal de NBC. Al quedar flechado con la vehemente intensidad de los juegos, supo que enriquecer su mente con tales conocimientos, le daría un acceso directo y una espontaneidad sorpresiva. Su democrático orgullo, imploro una cachonda actitud y toda clase de patrióticos outfits. Se podría argumentar que la incorporación del rapero a la delegación norteamericana, fue íntima y humildemente privilegiada. La visita al Louvre, consterna su humorística y noble apreciación artística. Snoop y la Mona Lisa, comparten una relación familiar – son gemelos – destacando su parentesco en la mutualidad de su sonrisa. Existe una conexión genuina.

Cortesía de @SnoopDogg vía Twitter
Unánime destello que abarca gustos refinados y entusiastas. Increíblemente, congenio a la altura ecuestre. Claro, irás a deleitar tu fatídico ojo con el controlador salvajismo de jinetes y es preferible respetar su empeño, al ir vestido como un adversario a lado de tu inigualable compañera de equipo, Martha Stewart. ¿Acaso Snoop envidiará y aprobará la suave melena de los caballos, es especial la de Gin & Juice? Posteriormente, interpretó el brío de ser un competidor animalesco y ligar sus miedos.
No solo observa la competencia, quiere impregnarse con sabiduría, volverse un culto animoso: aprender a nadar con Michael Phelps y golpear ágilmente con el judo. Sigue siendo el mismo, nunca cambió. Tiende a hacer lo impensable y todo el mundo lo ama – ventaja que populariza el rating. Es una leyenda musical, que su relevancia e incorporación a distintos ámbitos, que limpien su imagen – han producido un favoritismo colectivo. Lo que sí es certero, es una evolución de su carácter interno, enfocado en distraerse y complacer su travieso espíritu.

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