Estamos en la era del six-pack falso

Qué arduo es mantenerse en forma y no ver jamás un six pack marcado. Tal vez seas alguien dedicado al ejercicio, pero puede ser frustrante definir el músculo. No importa cuántas dietas sigas o cuántos crunches hagas; a veces el esfuerzo y las ganas no bastan.

Y no es que pongamos en duda tu energía y fuerza de voluntad, pero solamente por curiosidad … ¿no habrá otro modo de eliminar la grasa? Lo primero que se viene a la mente es: “cirugía”. Y ¿cómo no? Ahora resulta posible conseguir un look más fitness como una “lipomarcacion”.

De acuerdo con el sitio web Ceme, este procedimiento consiste “en adherir la piel a la pared del abdomen para resaltar la estructura muscular”. Aunque este tipo de intervenciones estéticas, no son para nada recientes: están por todos lados. Tan solicitada, que si revisas un sitio web de algún cirujano plástico, encontrarás una sección dedicada al abdomen. 

O incluso, busca en TikTok y encontrarás el proceso completo: de la operación cruda al resultado final, donde el paciente luce una fortalecida y lisa musculatura libre de grasa. También conocida como “grabado abdominal”, esta técnica que el Dr. Henry Mentz popularizó a finales de los ‘90s, su auge se volvió en una solución exprés contra el fisiculturismo. 

Cincelar la tripa puede quedar en una o dos horas. La efectividad es duradera y sólida, ya que las células grasas no se regeneran, pero es notoria en un lapso de 20 a 30 días. Suena tentador, sí, pero para ser candidato hay que considerar altura, peso e IMC. 

Entonces, ¿lo que poseen un six-pack es una ilusión visual? No tanto así, pero es bastante común que muchos busquen mejorar su apariencia con el bisturí. Es imposible no sentirse tentado por la “versión masculina de la cirugía de senos”. No importa la fama ni la riqueza, nadie se salva de ser acusado de fingir una brutal y dolorosa perfección grecorromana.  

¿Cuánto cuesta? Desde 6,000 dólares en adelante. No es tan fácil conseguir una apariencia realista,  ya que es todo un reto que involucra precisión y rigor para lograr una superficie natural, sin que se vea demasiado caricaturesco. 

Quitarse las vendas, es otro reto. Y es ahí cuando la psicología entra a la conversación: ¿estamos complaciendo la falsedad de los medios que venden un tipo de masculinidad inalcanzable? ¿Por qué me siento culpable? ¿Es correcto mentir y perpetuar tu imagen? Pero más allá de la estética, el tema abre un dilema existencial.

Es normal pensar que todo se debe hacer a base de esfuerzo, sudor y aversión, pero recurrir a esta cirugía, es toda una ventaja elogiada. ¿Por qué se debería cuestionar? ¿Qué daño hay por mejorar la apariencia? ¿Te hace menos hombre admitir que te operaste?

La respuesta no es simple. Quizás el verdadero reto sea una cuestión práctica: motivarse para seguir un camino que involucre un buen comer y estabilidad física … vaya, sentirse cómodo.

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