¿Es acaso Paul Mescal un bohemian boy? Probablemente, no suene tan disparatado tal teoría, al admirar su virtuoso y noble look usado en el Governors Ball. Tal encanto proviene en la vibra artística que emana su presencia, como si se tratará de un errante y despreocupado joven pintor, ajeno a protocolos y estándares.
Dentro de la constancia relajada y singular que rápidamente identificamos en el actor, se evidencia un prodigioso renacimiento en el menswear. Capaz de transformar a la habitual formalidad en una opción cool, suave, delicada y rigurosamente amena. Manteniendo un línea semi-elegante, Paul usó un tuxedo single-breasted negro de Gucci. Siendo partícipe activo de la efectividad que puede dar una camisa sin cuello, fue embellecido por una poética blusa con cordones en el pecho. Tal romántica elección, recuerda a la belleza liberal, angelical y camporial del siglo XVI. Un apuesto granjero.
Ese nostálgico confort de la época shakespeariana o renacentista, fue elevada a un estilo clásico, al combinarse con una elegancia jovial y relajada, atenuada a un silueta vaporosa, evidenciada en sus pantalones slim y botines.
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Este armónico contraste, es sutilmente fantástico. No es aburrido ni poco riguroso. Mescal refina el pasado en un código de vestimenta que rompe con hermosura, blandura y sofisticación literaria, un cuadrado espíritu y eleva la sastrería como algo grandioso y reformado.
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