Nunca había visto una severa afición por la proteína. La cultura del ejercicio se ha transformado en una desmedida obsesión más que un hábito saludable. Tal influencia es multidireccional, llegando a plasmarse en la moda. Como todo objeto popular, ha sido aprovechado. Cada vez más, el lujo colabora con marcas deportivas, fascinándonos con un bienestar estereotipado.
Aclaro, no estoy satanizando rutinas de gimnasio, consumo de suplementos y una vida balanceada, más que nada, es el exceso disfrazado de autocuidado. Irónicamente, la búsqueda por un físico perfecto es un ideal omnipresente sin límites. El entusiasmo por adelgazar jamás cesa. El Heroin chic ha sido erradicado por el Ozempic chic y ahora por el Protein Chic: una manifestación estética que enaltece tus atributos musculares al usar prendas ajustadas.

Estamos en un momento en el que los cuerpos tonificados son un símbolo de empoderamiento y ¿liberación? Esto se evidencia en los famosos slutty shorts, hoodies encogidas y camisetas sin mangas que conforman el nuevo uniforme del hombre moderno. Son un nuevo referente, no una tendencia. Las meras pasarelas confirman tal aceptación. El candente Willy Chavarria lo ha hecho evidente al mandar a su fornido gang de boxeadores con sudorosos y bombeantes pectorales. Duran Lantink se hizo viral con sus grandes pechos y torsos de silicona. Balenciaga se ha vuelto adicto al gymcore.

Tal culto intenta erradicar la barriga. No olvidarás el revuelo que causó al ver en boxers a Jeremy Allen White o la fantasía histórica, digo, erótica de Gladiador II. Los diseñadores plasman las locuras y manías que nos obsesionan. ¿De cuándo acá la heterosexualidad le encantó portar shorts extremadamente cortos o tops que fanfarronean jugosos abs? El auge por una vida fit, es una preocupación colectiva. Nadie quiere piernas escuálidas, quieren piernas de superhéroe de Thor.

Muchos se atacarán, pero es una realidad incómoda. La vanidad nos ciega y prende. Es una presión al tornarse como viral exhibición, generando una dismorfia corporal. La atención que le damos sorprende. Tal glamour fisicoculturista es bueno, pero es mejor incentivar un equilibrio donde la salud y el bienestar integral sean prioridad, en lugar de atragantarnos con proteína. ”
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