Tal vez el público se le ha complicado un poco entender y acostumbrarse a la estética maximalista — ‘dusty chic’ — de Alessandro Michele, llamando a Valentino ‘Gucci-ventino’. Pese a que no salido totalmente de su zona de confort y experimentar más allá de los excesos y brillos, su colección debut realizada en Hôtel Salomon de Rothschild, impulso a rebajar su fabulosa excentricidad red carpet en algo más casual — simple y útil en sus términos.

Claro, eso no quita admirar un suntuoso guardarropa que fijamente ostenta una abrumadora y densa narrativa llena de meticulosas, poéticas confecciones, que manifiestan un juguetón proceso artesanal, que realmente adorna nuestro día a día. Con sorpresa, sus grandes moños, danzantes apliques y estampados barrocos, insinúan respetar el legado de Garavani, pese a que muchos siguen creyendo que no cuenta con la suficiente delicadeza y refinamiento que necesita esta maison de haute couture, sin embargo, creo que esta aprovechando cada recurso disponible para fabricar sus fantasías o caprichos.

Este trabajo se distingue por seguir uniendo lazos entre hombres y mujeres en prendas andróginas con matices históricos. Fijamente, la vibra destella en la ropa diaria de los ‘60s y el glamour fiestero ‘conservador’ de los ‘70s reflejado en la alta sociedad. Encuentras la llamativa combinación de mini y midi faldas pencil, pigmentadas con colores fuertes y metálicos, decoradas con pedrería, estampados florales y dramáticos pliegues en sus dobladillos. La ornamenta apariencia bohemia es ligera, dulce y elegante al adaptar a estos tiempos, trajes clásicos sastre y falda con una palidez vivida, por embellecer una desfachatez bien pensada que luce genialmente cursi y ruda.

Dirás que el modo de acoplar blazers de velvet o chaquetas de oficial imperial, con shorts de mezclilla tenuemente confeccionados que por debajo, recubren camisas con estampados x, y agregar gruesas medias largas blancas — luce como un turista perdido o adulto que literalmente añora ser niño, pero con su exageración kitsch, bien, encaja con las tendencias del streetwear del presente. Como un rockero despreocupado, sus pantalones flared, sujetas a lívidas camisas oversize manga corta y bufandas de aficionado a las bellas artes, crea un vínculo con el funk decorativo de sus tapices adornadas con borlas. Sus etéreos vestidos de noche, son una finura llena de encanto delirante vintage.

Esta clase de imaginativa llena de hermosura arrebata de la naturaleza y del rebelde estilo de vida de juvenil y asimismo, burgués del pasado, sigue delatando que Alessandro seguirá siendo Alessandro; presumiendo su fidelidad, influencia y autoridad sobre la marca, y no la marca sobre él.

Resto de los looks:

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