El Bretix ha castigado duramente y empobrecido el arduo labrado que ha trabajado Daniel Lee en Burberry. La agonizante desesperación de reajustar y recalibrar lo que realmente necesita la casa británica para calcinar su gloria, ha sido resistente en devolverle al caballero oxidado, un retorno lleno de bienaventuranzas financieras y detener corrosivas tragedias en su cabalgata al National Theatre.
En una instalación arquitectónicamente brutalista de los 90s, pero suavizada por las estratégicamente rasgadas cortinas aqua, diseñadas por el abstracto prodigio de Gary Hume, su frialdad de cemento, permitió consternar un refrescante tradicionalismo, que favorablemente accede a un reinvención amable y eficaz con las nuevas generaciones. Es el tipo de propuestas que se ajustan a las volátiles rutinas de agraciar con un pragmatismo enfocado en la cotidianidad y el glamour ocasionalmente activo.
La inestabilidad económica, no perpetua en ofrecer una continua y refulgente genialidad que se está dando, en una certera respuesta ante los putrefactos reclamos y críticas. La objetividad es puramente utilitaria con la industrial y militar patentización del trench coat. Esta pieza central de la historia de Gran Bretaña, es refundida en una inteligente versatilidad que se transforma en field jackets, pulcros frock jackets con atractivas variaciones en cortes y formas, al incluir epaulettes de ganster urbanamente hábiles con sus technical o cargo pants. Se refleja una voracidad opaca, al entender que aplicar una protectora relajación que resurja en un fluido sportwear lleno de flores y cierres, es combinable con la detenida preciosa invernal matiz del lila, rosa y kaki.
Ese optimismo es relevante con la lógica de Burberry, pese a que no son una marca tan veraniega, puedes sentir una adaptable lindura, consistente con una notable relevancia que modifica positivamente su fortuna en el porvenir.
La tensión entre una airosidad material y la rigidez del cuero, es impactante por su sencilla apariencia en aquellas motorcycle jackets y tartan zip-up jackets con la combinable y divertida formalidad de sus pálidos fitted pants. Sus napoleónicos collarines, fantasean con una masculinidad que admira a grandes y natos prodigios de la batalla. Devolverle el brillo y elogiar la resistencia a las icónicas rayas, es pasmosa de usar con mucho flow en las calles – un constructivo desarrollo tan favorable por simpatizar.
Tal presentación – cuidadosa y sobria – es un respiro trágicamente sensato que anhelamos inhalar y el arrepentimiento es omitido, a todo babor.
Resto de los looks:
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