Chopard forja relojes que son poemas de luz y tiempo

Chopard se ha encargado de hechizarnos con su tonificante hermosura al elaborar objetos que al mirarlos, es ineludible no derramar una lágrima o sonreír ante la refinación clásica de sus piedras raras. 

Es un delirio lleno de luz y brillos, mismo que sus relojes engastados cautivan por sus reflejos ondulantes liberadas de la opacidad del metal.   

Watches & Wonders solo es una lupa que muestra la riqueza cromática y el simbolismo poético de sus creaciones. 

Alpine Eagle

Esta maravilla de 33 milímetros de diámetro, inspirada en la belleza de la naturaleza, su pureza se dosifica con una carrura y eslabones del brazalete hechos de acero luminoso y ultraresistente. Mientras que el bisel con ochos tornillos, una corona grabada con la rosa de los vientos y el remate central del brazalete son de oro ético amarillo de 18 quilates. 

Entre su línea se destaca a Eagle 33 Frozen Topaz, que despliega una magnífica aureola, cubierta por un pavé formado de diamantes, evocando los inmaculados glaciares y la luminosa belleza del cosmos reflejada en una carruna satina. Eagle 41 XP CS, recurre a un pigmentación el centro de la esfera, que sugiere la pureza de las aguas de la montaña y se transforma en un azul intenso que evoca los glaciares escarpados compactos con su grosor de 8 mm.

La caja del SL Cadence 8HF de 41 milímetros de diámetro y 9,75 milímetros de grosor, ha sido elaborada en titanio grade 5 ceramizado, recurriendo a las  propiedades del silicio monocristalino, que constituyen el áncora, la rueda de escape y la clavija de platillo. 

Flying Tourbillon posee un innovador acero antialergénico. Su solidez y brillo es incomparable al ser fabricado con una tasa de reciclado del 80%. 

Happy Diamonds

Un osito de peluche, una mariquita, un elefante, una tortuga, una mariposa y una rana se interpretan con gran ternura en una familia de colgantes y de pulseras de oro ético. 

El aspecto lúdico remembra la dulzura de la infancia y convierten a estas piezas en unas joyas alegres, fáciles de llevar en cualquier ocasión, sobretodo, una reminiscencia de los cuentos de hadas que nos han acompañado a la cama durante la infancia. 

Los talleres han creado un cuadrado biselado con paneles recortados, cuyas superficies reflejan la luz sin revelar nunca una arista afilada que mantienen a ‘Icons’ y ‘ Spirit’ como talismanes para quien lo lleva y un hipnotizante cuadro para sus espectadores. A la vez que ‘Sporty’ es un vigorizante espejo de nuestro propio ser, que se despliega a través del baile de los diamantes móviles en un maravilloso juego de azar y de energía cinética. 

Haute Joaillerie

Detrás de sus talleres de alta joyería, se forjan dos inéditos y perpetuos relojes. El primero tiene una composición a modo de encaje tejido con un delicioso entrelazado de diamantes, rodeado por un guipur de brillantes. Tan etéreo como inmaculado.

Su segunda pieza está labrada por dos esmeraldas colombianas de 4,89 quilates, aportando un glamour que exige al menos 424 horas de trabajo.   

L.U.C Full Strike Revelation

El patentado mecanismo de repetición de minutos con timbres de zafiro, crea una riqueza tonal y una intensidad acústica sin equivalente. 

Es así como también EHG Moon 122 ilumina su primorosa esfera de aventurina decorada con impresiones de constelaciones. “Es un auténtico elogio a los saber hacer relojeros ancestrales y a su perpetuación”. 

Los expertos artesanos de la Manufacture han realzado la fase del astro nocturno, con una representación de la luna astronómica en un indicador de oro rosa. Su meticulosidad ofrece una original visión del globo terrestre visto desde el Polo Norte: una escultura en miniatura de la Tierra y de los océanos, rellenos de laca azul. 

Su predecesor Mark IV, ostenta una configuración revolucionaria de dos pares de barriletes que representan un total de 1885 metros de resortes, permitiendo elevados niveles de rendimiento cronométrico. Distinguiéndose de su gemelo Platinum, que se impugna a la corrosión y abrasión, lo que le confiere una durabilidad sin igual que hace que pueda transmitirse de generación en generación. 

Quattro Spirit 25 dispone un regulador de cuello de cisne para un ajuste más fino de la frecuencia del volante, y por tanto de la marcha del reloj. 

L’Heure du Diamant

Representando la dualidad de Chopard, se envuelve con una alquimia que se diluye en una encrucijada material. 

Combinada con esferas llenas de piedras duras ornamentales, imbuido en la armonía y simetría, dan como resultado una auténtica riqueza creativa que atesora un bisel engastado con dos hileras que rodean el pigmento verde que emana la malaquita. 

Portando 6,85 quilates de diamantes, irradian fragmentos de eternidad en su gracia atemporal. 

Su romántica delicadeza se reparte en la inspiración floral del L’Heure du Diamant, un nuevo modo de esculpir su lado joyero. 

El magnetismo de tales fantasías, vibran con el abanico de pétalos de una flor regia y su noble quintaesencia. “Una soplo de vida primaveral que se renueva constantemente” en forma de pendientes, anillos ‘Tu & Yo’, collares y brazaletes de oro ético blanco de 18 quilates — marcados por una estela de polvo de estrellas y una orquestada composición que evoca una suntuosa ilusión de un corazón latente de energía y vitalidad.   

Retrocediendo por el tiempo, Chopard tuvo el ingenio de presentar unos deslumbrantes relojes-joya fabricados en oro amarillo con una esfera de color champán,un brazalete de malla milanesa y un bisel engastado con diamantes, esta suprema obra recibe el nombre de ‘The Precious Hours’. 

Al reunir e 12 interpretaciones con un tamaño de 26 milímetros de diámetro – símbolos de los meses del año y de los ciclos de doce horas del día . “Cada una es una expresión singular de la naturaleza, la primera artesana, plasmada en una creación atemporal”. 

Esfera de nácar perlado blanco; diamantes talla brillante; ónice; jade; ópalo negro; ágata o turquesa, reverencian su legado artesanal. 

A través de una esfera de cristal de aventurina azul, L’Heure du Diamant Moonphase, salpicado de puntos de luz, ilustra magníficamente la contemplación de la inmensa bóveda celeste. 

Su indicador tiene una precisión astronómica: con una diferencia horaria de sólo 57,2 segundos entre dos lunaciones, habrá que esperar 122 años para que presente una diferencia horaria de un día con la luna real.