Lo vi por primera vez anunciado en un blog de moda: “Los crop tops en hombres están de regreso”. Mis ojos no podían creer lo que estaba viendo, ¿realmente habíamos avanzado tanto en la sociedad? Por un momento de esperanza mi corazón sintió que tal vez tanta plática sobre las masculinidades frágiles había funcionado y ya no era mal visto que un hombre portara un crop top. Pero después de un tiempo, me di cuenta que una tendencia de moda, por más fuerte que fuera en otros países, no sería tomada con tanto fervor aquí en México.
Me remonto a mis inicios de carrera cuando le pedí a un chavo holandés ser modelo para mi diseño en la pasarela de fin de semestre. Cuando lo recogí, en el carro me preguntó si la gente en México no era tan abierta a la visualización de los cuerpos. Su pregunta me sorprendió mucho y no pude comprender a lo que se refería; así que cuando le pedí que repitiera, me contó una anécdota. Resultó ser que un día de mucho calor, él decidió ir a clase portando un crop top, shorts y sandalias. Él se sentía muy atractivo y seguro de sí mismo, hasta que llegó a la escuela. En los pasillos de ésta, las miradas gritaban juicio, la gente lo volteaba a ver para luego susurrar entre amigos, seguido de risas. Algo que nunca había movido a la sociedad holandesa, estaba causando un revoltijo en la regiomontana. Después de ese suceso, ya no volvió a usar su crop top en nuestro país. Este encuentro de hace años, me dejó pensando sobre los hombres de nuestro país. Sin embargo, mi respuesta fue algo negativa, yo le dije “nunca llegaremos a la apertura que ustedes tienen en Holanda.” Hénos aquí, cinco años después, con la moda diciéndonos a gritos que los hombres en crops son sexys.
Ahora, en afán de contar más anécdotas, hace unas semanas me topé con la situación en la que mi novio me preguntó sobre los crop tops. Habíamos visto una publicación de Bad Bunny en Instagram usando uno y su curiosidad creció. En mi closet existen una variedad inmensa de t-shirts de hombres cortadas a la mitad para crear mis propios crops. Así que, durante la conversación sobre dicha prenda, mi novio decidió probarse uno de ellos. Entre juego y no, nos dimos cuenta que se veía bastante atractivo en ellos, él se sentía, hasta cierto punto, empoderado. Pero su afirmación de verse bien continuó con la siguiente frase: “Me gusta, pero no es algo que usaría en público jamás.” Ahí estaba la verdad detrás de la tendencia de moda. Cinco años de diferencia entre cada anécdota y la eliminación de la pena de salir en público enseñando el ombligo, no era algo que estuviera a la vista. Entonces me pregunté: ¿Qué tan probable es que los hombres, cis-het, realmente usen crop tops en su día a día? Hago la distinción de ser cis-het porque la comunidad LGBTQT+ no tiene problema usandolo, inclusive, es algo que adoramos ver en Pride. Pero no estoy muy segura de que la masculinidad tóxica, en los hombres cis-het, que no les permite disfrutar el aire en sus ombligos, haya desaparecido como arte de magia por una tendencia de moda… o ¿tal vez sí? Para esto, como para todo, tendríamos que entender el trasfondo de la historia de esta prenda.
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El uso de crop tops en hombres, a pesar de que se considera afeminado, tiene fundamentos en algo conocido como hiper-masculino: el fútbol americano. Esta era una forma en la que los atletas cortaban sus jerseys para demostrar su cuerpo en el cual habían trabajado tanto. En la época de los 80, se vio muchísimo en la televisión y el cine, en series como Prince of Bel-Air en la que Will Smith presumía su abdomen con un crop de un jersey; también se vio en la película de terror Pesadilla en Elm Street, en la que un joven Johnny Depp la portaba. Hasta que un día llegó el magnífico Prince que usó el crop top como algo ajeno al atletismo y más hacia la moda y lo erótico. En ese momento, la masculinidad frágil dijo “esto es demasiado para mí” y la tendencia desapareció. Era como si se hubieran asustado por de repente ser confundidos por ser queer o simplemente no ser vistos más como el hombre macho y sexy, si no como uno afeminado y débil.

Prince.

Will Smith en la serie “El príncipe de Bel Air”.

Johnny Depp en “Pesadilla en la calle Elm”.
Pero en el presente en el que nos encontramos, las cosas sí están cambiando. Aunque sea un tema de ver a cada vez más hombres pintarse las uñas y no ser juzgados terriblemente, algo es algo. Y creo firmemente que así como la moda es sociedad y la sociedad es moda, el ver una tendencia que nos dice que las cosas están cambiando, es porque sí lo están haciendo. Tal vez en una ciudad tan conservadora como lo es Monterrey no podemos visualizar aún ver a un hombre cis-het en crop top, pero tengo fe en que algún día llegaremos a eso.
Cada vez vemos el género como algo más fluido y podemos entender que el vestirse de forma andrógina, como lo hacen Jaden Smith o Bad Bunny, no es un tema de ser hombres o no, es un tema de estilo. Poco a poco encontramos que la ropa no nos define, sino que nosotros lo hacemos y usamos la ropa como herramienta para expresarlo.
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