Quizás, lo primero que digas sea: – ¡Estamos en invierno!, es lógico portarlo para no sufrir un resfriado. Aja. Desde tiempos inmemoriales, la bufanda ha sido un accesorio que nos pone calientitos y nos protege del frío, cubriéndonos nuestro desprotegido y extenso cuello. Aunque, su uso se fue desvaneciendo y reemplazando. Es un elemento que definió la tendencia Indie Sleaze que cubría la ajada desfachatez rockera de los 2010s y la nostalgia que tanto se llora y anhela, ha decidido imponer como una pieza ¿icónica?
Timothée Chalamet, el hombre It que continúa arrasando red carpets con su callejero estilo rebelde, que ha desmantelado y unido la holgadez del streetsyle con la refinación clásica de un traje hecho a la medida, ha favorecido el uso de este vestigial accesorio invernal. Es un movimiento estilístico dominado por los hombres, mismo que simpatiza con el intencionado cosplay de Bob Dylan, encajando a la perfección tal artimaña.

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Su primera aparición fue en los Golden Globes con un modelo azul con puntitos blancos y lo que revoloteo a la web, fue su casi segura referencia a Ashley Tisdale con una centellante bufanda tejida rosa Pepto Bismol, que llevo a la premier de ‘A Complete Unknown’ en París, acentuando un naciente fanatismo a un pedazo de tela frívolo y común en esta temporada, incluso, que podría sustituir el uso de la corbata, definivamente.

Gracias al amor por lo vintage y reconocer que la bufanda o ‘pañuelo fino’, marco una generación de intrépidos y bravíos hombres, esta es la prueba que esto es algo ridículamente intrascendente y una apuesta al cambio, dándole más sentido a la heladez antártica.
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