Eternity Review: Un más allá nada perfecto

Eternity Review: Un más allá nada perfecto


Hablar de la muerte en películas suele ser tan abrumador y mayormente reflexivo, pero Eternity de David Freyne, pulveriza ese lado desmoralizador con un ingenio bobo que te deja reflexionando en lo precipitado que puede ser el post-amor. Jamás imaginé que el más allá se pareciera tanto a la vida real y lo hostigante que sería elegir tu “paraíso” ideal. La luz al final del camino quizá no sea la mejor opción si quieres pasar la eternidad en el limbo. 

Esta comedia romántica, que se burla de lo absurdo y estricto que es el destino, presenta a una optimista Joan y un cascarrabias Larry, un matrimonio que ha envejecido con una afabilidad testaruda. Inesperadamente, el gruñón empedernido se atraganta con un pretzel–––su bocadillo favorito––durante la fiesta de revelación de género de su nieta. Este lamentable giro nos sorprende al mostrarlo en un tren lleno de desconocidos … y en el cuerpo que tenía de joven.

Un desconcertado Miles Teller se enfrenta a un paradero que derrumba sus creencias religiosas sobre la muerte. Aparentemente, no existe el cielo o el infierno; la eternidad es más utópica, terrenal y caótica que el purgatorio. una inmensa estación de paso donde los AC (coordinadores de la vida después de la muerte) ayudan a escoger la zona eterna donde pasarás el resto de tus días, Entre los miles de paraísos—Studio 54, Weimar World, Capitalist World, Infantilization Land, Spice World, Paris Land, Eternal Spring––Larry se abruma con la idea de que Joan no pueda acompañarlo en esta selección… sobre todo con la regla de que, una vez elegido, no hay vuelta atrás.

Resignado en irse a Hawaii, se le une Joan (Elizabeth Olsen)––recién fallecida. Esto supone un alivio al corazón, pero también un dolor de cabeza. Antes de conocer a Larry, Joan estuvo casada brevemente con Luke (Callum Turner), un hombre apuesto que murió en la Guerra de Corea y ha esperado pacientemente a su amada por 67 años. Desplazado al rol de premio de consolación, Luke evidencia lo difícil que es alcanzar la plenitud cuando hay un romance involucrado. 

Es bastante intrigante la premisa de este triángulo amoroso: ¿a quién debería escoger Joan? Claro, la pasión shakesperiana de Luke es arrebatadora, pero también lo es la fidelidad torpe, pero real, de Larry. Pero entre tanta vanidad y arrebato, Joan se hartó. Su confusión nos hace cuestionar si, tras morir, seguiremos aferrados a la vida que conocíamos o si el Edén será forjado a nuestra potestad. 

El tono es ingenioso y dulce, aunque profundamente triste con escenas como el pasillo de los recuerdos —un golpe emocional que nadie querría enfrentar en la otra vida. La interpretación de Olsen es conmovedora con su papel de amada temblorosa y entrecortada  por momentos de su vida llenos de delirio e impulso. Da’Vine Joy Randolph y John Early, como los AC encargados de guiar a nuestro trío hacia la felicidad perpetua, brillan con un entusiasmo cínico que provoca carcajadas y aligera tanto drama y testosterona desbordada que intentan ajustarse a la voluntad de Joan, resultando un desenlace predecible, cargado de sacrificio atribulo, pero satisfactorios.

Entre chistes, desvanes y complicaciones que descarrilan el rumbo de los protagonistas, Eternity es una obra fresca que cautiva con su mirada sobre lo ambiguo que puede ser la transición entre la vida y lo eterno.

Post a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.