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Fendi Spring 2025: la vestimenta de los papás es más cool que nunca

Una griseada atmósfera irradio la pasarela con un smog invisible que transmitía por el aire, diminutas partículas de nostalgia que le daban color y volumen a las piezas. Silvia Fendi Venturi realizó una profunda investigación a los archivos de la casa; quería transmitir y festejar el centenario de la casa, con una alabanza que encapsulara códigos y símbolos que dotaran una traviesa imagen preppy.

Aunque el lado masculino de Fendi, ha sido constantemente opacado por la espléndida cimbreante feminidad, tal indiferente borrosidad, ha dado volátiles giros desde 1990. Una adrenalina que ha sido paulatinamente recargada, proporciona modernidad al viril guardarropa, con la habilidosa unión a celebridades y artistas como Aaron Piper, Manuel Turizo, Marco Mengoni y Nicholas Galitzine, que llevan consigo un imán hecho de una agraciada naturalidad y espontaneidad.

Es la necesidad de otorgar a las nuevas generaciones, lujosas e hipnotizantes prendas que fácilmente se identifican y estén dispuestos a usarlas al momento – les atrae la ocurrente dualidad, ya que es demasiado casual como formal. El progreso se debe igualmente a la honra y respeto continuo de su historia familiar que fabrica una percepción aleatoria y hacernos querer el horripilante estampado cuadrangular.

La delibera iniciativa de integrar parte del trabajo de sus antecesores, facilita proponer geniales y adecuados emblemáticos códices, como aquel escudo de ardilla, que era utilizado por su abuela al impregnarlo en artículos de viaje. Emplear un escudo, da la impresión de unidad y coordinación – interesante manera de sugerir constante luminosidad , atrapada en el robustecida costura Selleria. Una técnica que es nivelada tanto por la sutil ligereza académica o burguesa con monogramas gráficos que rondaban en tonalidades pasteles y marrones, plasmadas en hermosos trenchcoats, baggy shorts, extra largas camisas con parches y airosos trajes de suede, tan livianos como el algodón.  

Bonitas combinaciones que exponían una liberación de los hombros y piernas, con impertinentes cortes asimétricos y garbosos. Sus extravagancias se sujetan e invocan una reforma a la vestimenta de los papás adictos a reunirse en country clubs – sin ser tan insípidos y anticuados en sus decisiones exteriores, en formaciones textiles que evocan inexplicablemente juventud y sensatez, al proponer maneras de andar una playera deportiva, jerseys, gorras o camisetas de cricket con mayor originalidad; capa sobre capa. 

Esa tóxica competitiva masculinidad ha sido borrada por una encantadora fluidez. El tiempo los ha orillado a modificar sus ideales en una audaz hermandad que es imposible resbalarla con sus fornidas ballerinas. Hay una nueva genialidad circulando en las esferas varoniles y su estilosa inestabilidad, genera una nobleza primaveral.

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