Para muchos, los mejores días del año están llegando. Una sensación térmica que nos hace sentir cómodos y, por alguna razón, también nos hace un poco más flojos porque desearíamos pasarla en cama, tapados con una cobija y viendo alguna serie con nuestra persona favorita, por mucho. La transición de otoño a invierno tiene muchos puntos a su favor, pero como todo en esta vida, también en contra, específicamente, factores que repercuten en nuestra piel.

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Foto: Cortesía Tom Ford

Con la llegada del frío nos olvidamos del nefasto sudor, el enrojecimiento de la cara y disminuye el polvo que tanto afecta nuestro cutis. El frío, por el contrario, provoca resequedad que vuelve más sensible al rostro. La solución a estas complicaciones de temporada son las mascarillas: productos poco demandados en la rutina de belleza masculina, pero de efectivos resultados. Su poco uso debería replantearse pues, estas, son excelentes para combatir la resequedad cutánea, exfoliar, eliminar el exceso de grasa o puntos negros. Aunque las mascarillas no tienen una fecha especifica para usarse, los fines de semana de lluvia o de frío intenso -donde preferimos quedarnos en casa- se vuelven los mejores momentos para aplicar una mascarilla.

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Foto: Getty Images

Muchas veces, la rutina nos absorbe tanto que no disponemos de “tiempo libre” para invertirlo en el cuidado del rostro y, esto, es precisamente lo que tanto nos afecta. El estrés en exceso repercute de manera directa a nuestra salud y, por consiguiente, al rostro. Hacernos de unos 20min para aplicarnos una mascarilla, aparte de cumplir con su función, nos relajará más de la cuenta. Aplicarnos una mask hidratante, al menos una vez por semana, hará salir victoriosos en la batalla con el frio. Razón por la cual, en invierno, una tarde de fin de semana de ocio puede transformarse en un mask day benéfico para nuestro cuerpo.