¿Por qué los ricos aman el beige?

Mientras las redes sociales explotan con las declaraciones de manufactureros chinos exponiendo las falsedad pretenciosa de la industria de lujo, tal golpe al privilegiado elitismo que intenta justificar su ostentación material, ¿podría aplicar también en el uso del color? Si bien, los ricos vestían lo más estridente, brillante y raro, ahora usan lo más insípido y soso. 

El desenfreno que ha provocado el ‘quiet luxury’ y la continuidad de vender ‘exquisitez’ monótona a precios estrafalarios, es una nueva forma de distinguirse del resto. Ya no se quiere fanfarronear su clase social, desean calidad y autenticidad eterna, pero termina siendo una idea algo prejuiciosa y caricaturesca al reducir ese brillo por la discreción. Todo ronda en convertir su estilo en una ‘declaración de lujo y poder’ relajada por matices neutras. 

Este contraste fue propulsado con los gurús especializados en el ‘buen gusto’ y la ola de influencers que descubrieron esta filosofía estética de los ultra millonarios y aristócratas europeos, fomentado por marcas de ropa que basaban su inspiración en aquel patrimonio cultural y social. Al volverse común, se transformó en un replicado fenómeno global. 

John F. Kennedy Jr. y Carolyn Bessette, unas de las parejas que cimento un trascendental impacto en los medios a finales de los ’90s y una aspiración para la gen Z / Getty Images

El minimalismo ‘90s influyó no solo en vivir en la austeridad debido a las crisis económicas que desechaban el glamour ‘Dynasty’, también como un aspirador look ‘Succession’ que centró su raison d’ etre a la longevidad del diseño y fabricación — una experiencia que repugna el exceso de logomania gratuita, pero aspira también a la juguetona elegancia veraniega de ‘The White Lotus’. 

Tal vez esos ‘clásicos’ que usualmente se insiste en adquirir por su atemporalidad, sea el uniforme del magnate contemporáneo. Obviamente, no portan la típica camisa blanca de 8 dólares, sino, una hecha de algodón francés. El dinero nunca será el problema, es más, prefieren que el coste sea más inalcanzable. Aquí el negro es un poco lúgubre que el gris marfil. No quieren generar una odisea si llevan algo ¿cancelable? e ¿inapropiado? Rechazan el brillo textil e inspiran practicidad con sencillez utilitaria; algo muy contradictorio para la burguesía estadounidense del siglo XIX — mejor optan por lo que dicte e inspire al Pantone. 

La fiebre del lujo se dispersa como un reservado camuflaje beige y esto acompaña un estilo de vida codificado. Un juego de aparentar ‘clase’, trastornadamente popularizado al grado de comprobar su pedigree al etiquetar su origen en Instagram.

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