¡Guaf! Willy Chavarria es un hombre que sabe lo que quiere sus fogosos y sedientos clientes. Tal pasiva erótica es fulminante no solamente con sus ropa interior desgarrada, sucia y mugrosa, su alocada ironía se extiende hacia una tórrida colección prét-a-porter lanzada en un estudio de porno gay.

El norteamericano colaboró con los indiscutibles y humeantes ‘pioneros’ de tal vileza erótica, Latino Fan Club. Sus producciones alternativas seducen y encajan con la voluptuosa, asexual y estimulante imagen que produce Chavarría.


Con indiscreción y meticulosidad, la cápsula de edición limitada presenta un lascivo calendario de sementales musculosos, burlándose de la estética vigorosa de los exhausiados fisiculturistas de los 90s, que captura el prendido lente de Marco Ovando. También creó una revista y diseñada por Jess Cuevas, que remasteriza un picante erotismo que promete derretir las pupilas quisquillosas.
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Obviamente, esta amatoria genialidad incluye ¡ropa! Envueltos en gráficas camisetas estampadas con musculosos y sucios badboys, impregnados con sudor y venéreo. Tal casa de modas, se proyecta artísticamente y reluce que su cruda y sorpresiva banalidad topless, juegue soberbiamente con la intersección entre fragilidad y sexo de un varón timido por demostrar su atrapada sensualidad por la oprimente tradición.
Todo aquel que se encuentre en Nueva York y Los Ángeles, serán ensalzados por lujuriosos y encintados VHS que sacudirán una desabrida y curiosa lengua por varios minutos.



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