El CINE, esa poderosa industria del entretenimiento, generadora de los sueños y las fantasías más increíbles en los espectadores; una poderosísima y millonaria fábrica de ilusiones, con una influencia incuestionable en la humanidad.
LA MODA, una serie de usos, costumbres y pautas que determinan el vestuario de la humanidad de acuerdo a la época. Cuando dichos ingredientes son llevados hasta el delirio a través del lujo, el arte, la apreciación estética y el glamur, el resultado es un mundo maravilloso, mágico, alucinante y adictivo.
Cuando estos dos universos unen fuerzas, el resultado es algo maravilloso. Y es que entre ambos ha existido siempre una simbiosis, una relación muy cercana, casi íntima. No se puede comprender al cine sin la influencia de la moda en él, pero tampoco es posible seguir una moda sin tener la incuestionable influencia del cine como referente.
Desde sus inicios como una industria del entretenimiento a principios del siglo pasado, nadie puede negar el gran poder de seducción y la influencia que el cine ha generado en la humanidad.
Las estrellas del cine (específicamente las estrellas de Hollywood, la sede más importante e influyente del Séptimo Arte a nivel mundial), han sido adoradas como ídolos por las multitudes, que los han visto como ejemplos y los han idealizado como modelos de influencia. Y la moda desde luego, ha sido uno de los medios por los que el cine ha influido en la vida cotidiana del público.
Como espectador, siempre recuerdas una película por su trama, por las actuaciones, por su música….pero también por su vestuario.
Cuando se habla del impacto generado por el cine en la moda, es común referirse a la moda femenina. ¿Pero que hay acerca de la moda masculina? ¿De que manera el Séptimo Arte ha marcado pautas y tendencias en la vestimenta del hombre? ¿Cuáles han sido los outfits masculinos más recordados de Hollywood?
En los años 1930s, Clark Gable impuso la moda de solapas estrechas y puntiagudas en los trajes. La década de los 1940s estuvo marcada por la elegancia y el estilo clásico. El smoking, el frac y la imagen pulcra contribuyeron a transformar a estrellas como Cary Grant, Tyrone Power y David Niven en auténticos dioses. Esto claro sin olvidarse del nuevo sentido que dio Humphrey Bogart a la combinación de gabardina y sombrero en la memorable Casablanca (Michael Curtiz, 1942).
Humphrey Bogart en “Casablanca” (1942)
En esa misma década James Stewart impuso la moda de meter la corbata dentro del pantalón de talle alto. Los 1950s, sin duda alguna fue la época de los rebeldes sin causa. Las chamarras de cuero, el uso de la mezclilla y las camisas interiores marcaron el estilo de ídolos como James Dean y Marlon Brando. Fuera de Hollywood, el Cine Mexicano también causó un impacto muy fuerte en determinado sector de la población masculina gracias al comediante Tin Tán y la moda de los pachucos.
James Dean en “Rebel Without a Cause” (1954)
Pero en la década de los 1960s llega el auge de la Haute Couture y con ella surge la enorme legión de diseñadores y casas de moda que marcan la tendencia mundial en la actualidad.
Giorgio Armani es el diseñador que definió el estilo del traje masculino, de silueta suelta y minimalista (el llamado Power Suit). Sus diseños fueron piedras cruciales para convertir a Richard Gere en American Gigoló (Paul Schrader, 1980) o a Leonardo DiCaprio en The Wolf of Wall Street (Martin Scorsese, 2013), en auténticos ejemplos del gentleman americano moderno, clásico pero también con un toque sexy y divertido.
Las famosas gafas de aviador de Ray-Van de Tom Cruise en Top Gun (Tony Scott, 1986), pusieron a la marca en los cuernos de la luna. Esta línea de gafas fue popularizada por la marca en la década de los 1930s, pero fue gracias al éxito de la película que alcanzó su cenit.
Tom Cruise en “Top Gun” (1986)
Otras prendas de vestir que se volvieron tendencia son el traje blanco de solapa ancha de John Travolta en Saturday Night Fever (John Bradham, 1977), el sombrero de Harrison Ford en Indiana Jones (Steven Spielberg, 1981) la chaqueta roja de Brad Pitt en The Fight Club (David Fincher, 1999), el abrigo de piel negro de Keanu Reeves en The Matrix (Lana & Lilly Wachowski, 1999) o la chaqueta blanca del escorpión de Ryan Gosling en Drive (Nicolas Winding Refn, 2011).
John Travolta en “Saturday Night Fever” (1977)
Brad Pitt en “Fight Club” (1999)
Ryan Gosling en “Drive” (2011)
Desde luego la saga de películas de James Bond es un caso aparte. El famoso Agente 007 es el arquetipo perfecto del hombre británico, caracterizado por su estilo elegante, sobrio y pulcro al vestir. Por ello, el famoso agente secreto ha servido como modelo perfecto para las grandes casas de moda. En Savile Row, la calle londinense donde se ubican los talleres de sastrería más importantes del mundo, se confeccionó el vestuario de Sean Connery y Roger Moore cuando encarnaron al famoso súper agente británico. La casa italiana Brioni fue la encargada de delinear el look de Pierce Brosnan cuando le dio vida al personaje en los 1990s y principios de los 2000s. En las últimas dos entregas de la saga, es Tom Ford quién se ha convertido en el diseñador de cabecera del agente secreto más famoso del mundo.
Daniel Craig en “Spectre” (2015)
Otra muestra clara de la simbiosis entre el cine y la moda es el actor Marc Whalberg. Y es que, de no haber sido por las famosas campañas que el actor realizó para Calvin Klein en la década de los 1990s, probablemente nunca hubiera alcanzado el éxito en el cine.
Y en el año 2009 el rey de la moda estadounidense Tom Ford, hace su debut como director de cine. Y con ello la fusión de ambos universos se vuelve perfecta. El estilo y la estética inconfundible de Ford, agresiva, elegante y sexy, ha encontrado en el cine otro de sus campos de acción más impactantes. En A Single Man (2009), Ford transformó al actor británico Colin Firth es un auténtico maniquí masculino, apuesto e interesante, el arquetipo del hombre de éxito moderno.
Colin Firth en “A Single Man” (2009)
No es de sorprender el impacto que la moda ha causado en un determinado momento en le inconsciente de la humanidad. Y es que el cine, al igual que la moda, son artes visuales que penetran a través de los sentidos, seduciendo y cautivando en el inconsciente colectivo. Una buena producción cinematográfica, cuando influye en algo tan elemental del ser humano como es el vestido, se vuelve inolvidable y entrañable.