Dior Men Spring 2026: El pasado reimaginado con ternura y precisión

Desde el momento en que nombraron a Jonathan Anderson como Director Creativo oficial de la Maison Christian Dior, se intuía que su primera colección tendría un enfoque mediático gigantesco. Las expectativas aumentaron cuando su primer movimiento fue compartir dos fotografías de su moodboard: una del artista neoexpresionista Jean-Michel Basquiat y otra de la socialité neoyorkina Lee Radziwill, ambas tomadas por Andy Warhol. Esto sentó las bases de un nuevo capítulo, al tomar como referencia figuras disruptivas del arte y la moda, sumando reinterpretados bolsos tote embellecidos por un guiño de literatura.  

El punto de inflexión histórica se consolidó al revelarse más detalles, como la aparición del primer look usado por la superestrella de fútbol Kylian Mbappé: una corbata a rayas anudada sobre una camisa Oxford azul con blanco, acompañada de una chaqueta gris de silueta cuadrada. Sin embargo, la invitación al desfile —un plato de cerámica con tres huevos esculpidos— no calmó las voraces especulaciones. El apetito era insaciable. 

Anderson se ha convertido en todo un erudito. Perverso y curioso, el surrealismo basado en la artesanía y experimentación que forjó en Loewe fue perfeccionado con códigos que él mismo diseñó. Aunque tratándose de una marca considerada como un“símbolo de lujo y elegancia”, el reto aumenta al tener un legado vasto y sagrado por descubrir. Esto, sin duda, no representa ningún inconveniente para él. Se hace evidente su gusto por la historia, la formalidad y la materialidad que define el universo Dior.  

Minutos antes del desfile, se reveló un cortometraje aparentemente inspirado en el film “Marie Antoinette” de Sofia Coppola, protagonizado por el actor Samuel John Nivola. En él, se muestra al personaje fingiendo una una vida campesina, lejos de la opulencia barroca de Versalles: otra referencia que cimentó las bases del cambio. 

Reuniendo a su “gang” – Luca Guadagnino, Drew Starkey, Sabrina Carpenter, Mike Faist, Daniel Craig y Josh O’Connor – que incluía embajadores y diseñadores, hizo que todo el ambiente fuera más realista e íntimo. Su plan fue claro: mostrar un ejercicio que decodificara su irreverencia controlada y que presentará a un hombre que no teme expresar su búsqueda de identidad.  En este caso, lo hizo de manera romántica, pero casual. Dos polos opuestos que congeniaron con habilidad al lucir con audacia la combinación de una primorosa chaqueta Bar con unos shorts cargo Pannier con trabillas laterales. Todo cobraba sentido al profundizar en su fuente de inspiración: el archivo de la maison, en particular la rígida arquitectura de un vestido de alta costura de Dior del invierno de 1948 llamado “Delft”.

Te deja atónito la capacidad que tiene Jonathan por reunir distintas épocas en un look que fastuosamente luce desenfadado, pero está ricamente detallado. Es como si tratará de envolver a la corte de Luis XVI en vaqueros azules desteñidos y levitas de terciopelo napoleónicas o imaginar a un noble inglés del siglo XIX con camisas desfajadas sujetas por corbatas a rayas y pantalones chinos slim con el dobladillo empujado hacia arriba. Y si desea elevar su imagen, puede optar por un cuello de tuxedo, un chaleco fajín multicolor con bordados florales inspirados en “Dangerous Liaisons” y botas altas de montaña. Ya si requiere drama y lujuria, una capa vampiresca le servirá. 

Los compradores seguramente amarán la idea de ver un Dior sumido en la estética preppy, con a sweaters de punto trenzado sobre camisas de gala que evocan los decadentes años 80. La vanguardia estructural cobra fuerza con el toque cómico que Anderson imprime en su memorable estilismo. Convierte el outwear en un recurso invaluable y funcional: un puente que conecte nuevamente con las personas, fomentando un acercamiento colectivo al decodificar el lenguaje de Dior. Más que nada, busca que el vestir vuelva a generar empatía y alegría.

La espontaneidad imaginativa de Anderson es sublime con el hecho de demostrarnos que su poder es ilimitado: colgar en las paredes del escenario montado en el  Hôtel des Invalides dos pequeños e invaluables bodegones de Jean-Baptiste-Siméon Chardin – un jarrón de flores y un tazón de fresas silvestres. Estos préstamos sacados del Louvre y del Museo Nacional de Escocia definen la verdadera influencia que se nos avecina.

“El cambio es bueno”.

Resto de looks:

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