La ropa de trabajo masculina es inconfundible: pesada, holgada, cuadrada y muy resistente. Desde luego, es ropa de trabajo rudo, que implica más esfuerzo físico que un empleo de oficina, al que comúnmente llamamos de “godínez”. El workwear para hombres, es un estilo que reúne todo lo necesario, canónicamente, para estar fuera del radar fashion, pero no es del todo cierto. La ropa de trabajo tiene su crossover en la moda y resulta bastante practico. Aquí te damos algunas recomendaciones para lograrlo.

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“El atractivo de la ropa de trabajo es que no pasa de moda”, dice Chris Gove, fundador y director creativo de la marca británica de ropa masculina Percival. “Nunca se diseñó para una era o movimiento en particular, por lo que el propósito y el atractivo de la ropa de trabajo siguen siendo relevantes y trascienden las tendencias”.

La ropa de trabajo es muy ambigua, pero no toda la ropa entra en esta categoría. Los principales son las prendas usadas para trabajos como: la carpintería, la electricidad, la construcción, la milicia y el trabajo de campo. En estas áreas, la ropa no cumple exactamente con un valor estético primordial, sino funcional. Sin embargo, esto la convierte en un terreno bastante atractivo para explorar.

Algunas características que tiene la ropa de trabajo son sus texturas, colores y materiales. En el workwear predominan materiales como: dril de algodón grueso, lana gruesa, denim índigo intenso, franela suave como la mantequilla, cambray, lino flameado y algodón encerado. Estos tejidos no brillan ni llaman la atención por sí mismos, sino que son discretos y con el paso del tiempo se nota el desgaste por el uso. Misma característica que la hace tener ese toque vintage.

Al ser ropa de composición más ruda o tosca, ya sea de mezclilla o lona, el reto es que pueda usarse en entornos que no sean los establecidos. Esto se logra haciendo las combinaciones adecuadas, alternando prendas que no sean de este estilo, de lo contrario, caer en el estereotipo de leñador es muy fácil y tiene el efecto contrario.

La victoria de este estilo radica en su adaptación, como por ejemplo: llevar prendas más limpias y entalladas para evitar parecer un collage, o hacer demasiado grande la silueta. Otra combinación interesante, podría resultar de vestir una camisa de mezclilla azul, algo deslavada, a juego con una chaqueta o un blazer a la medida.

 

Las prendas clave para este estilo son las típicas sobrecamisas de franela. Probablemente, sea la prenda más famosa que tiene este estilo, gracias a su apogeo a principios de la década pasada y popularizada por los hípsters. Asimismo, otra pieza esencial de este estilo, son los pantalones cargo, que a decir verdad, pasan por su mejor momento en cuanto a aceptación, ya sea en corte recto o en estilo carrot.

Las chaquetas de mezclilla en azul, café y negro son los colores básicos para combinar cualquier look. De esa forma, se conserva la estética de trabajo a juego con unas botas en negro o café.

 

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