¿En qué momento los pantalones anchos volvieron?

No sé tú, pero últimamente los pantalones lucen más anchos de lo normal. Pese a que se insiste en que el corte skinny regresará con furor––apretando los muslos y pantorrillas––, esta tendencia parece quedar opacada con los metros de tela que favorecen una inclinación hacia la holgura extrema.

Este auge continúa siendo un éxito tanto en las alfombras rojas como en la vida cotidiana, volviéndose en la prenda base que define el estilo masculino. Claro, los pantalones ajustados han formado parte de nuestras vidas: todos los  han usado, nadie queda exento. Esto llevo a que literalmente moldearan la figura, pero las nuevas generaciones han decidido romper con este gusto aspiracional.

Esta liberación se aleja más de las piernas, haciendo énfasis en ventilarlas con estilo. Muchos ya detestan que sus jeans luzcan estrechos y rectos, optando por la comodidad de pantalones bombachos de tiro alto o buscando tallas grandes, ajustándolos con un cinturón para lograr un efecto oversize.

En redes sociales notamos cómo este amorío por lo vintage ha escalado hasta  recuperar ese aspecto flotante que aún domina en marcas de lujo como Giorgio Armani, Saint Laurent y The Row. Incluso ha llevado a muchos a husmear en los guardarropas de sus abuelos o padres en busca de pantalones vaporosos; un aspecto que en un momento fue caricaturizado por no congeniar con el frenesí estilístico de Hedi Slimane. Hoy en día, la ironía de lo “anticuado” se basa en que lo ajustado es “teto y horrendo”.

Puede que este cambio haya iniciado con el retorno de los dobladillos flare que se hicieron más comunes en los últimos años entre los famosos como Harry Styles, Shawn Mendes, Brad Pitt, Paul Mescal y Eddie Redmayne. Aún se conservaba el fit slim en la parte superior, pero bajando unos centímetros, la tela comenzaba a estirarse. El género fluido regresaba a la alfombra roja. Incluso estrellas de renombre como Jude Law y Oscar Isaac han apostado por este tipo de extravagancia de corte gigantesco. 

Hasta uno se cuestiona si los pantalones que llevamos son descaradamente grandes. La pena y la vergüenza se apoderaron de nuestras billeteras que huyen de lo entallado. Algunos dirán que lo ridículo es aceptado, pero este juicio domina la percepción global de cómo nos aferramos a lo elásticamente cómodo. Unos pantalones con más tela parecen ofrecer más posibilidades de looks interesantes.

Un pantalón es tan esencial como un boxer. Es divertido la atención que le damos a un objeto que algunos etiquetan como frivolidad, pero es admirable la fascinación hacia la confección de una silueta tan escandalosa y con un significado único. Nunca imaginamos la ansiedad y vulnerabilidad que generan al probárselos y lo deprimente que puede ser si no nos quedan bien.

La subversión de las normas de género ha implicado que lo escurridizo sea algo revolucionario. Siempre buscamos algo que nos favorezca y nos quedamos frente al espejo corroborando si ese que ese pantalón nos embellece o deforma: tienden a ocupar la mayor parte del espacio visual y son los que se mueven con ritmo. Son estúpidamente grandes, pero no carentes de estructura; reflejan y amplían su postura con exceso como en los años 40.

Es todo un desafío encontrar el ideal, sobre todo si estamos acostumbrados a un estilo y, de repente, nuestra percepción cambia ante la colectividad. En particular, la aceptación de los pantalones anchos ha sido lenta y extrema, en contraste con la restrictiva delgadez impuesta por Dior Homme, Zara o Gap, cuando la modernidad chic se medía por cuánto tobillo mostrabas.

“Lo pequeño era dominante”.

Este sello de época pasada florece en un momento de recesión económica que se refugia en los distintivos pantalones vagabundos de Charles Chaplin o Tin Tan, que ahora seducen incluso a la clase política, esa que se arropa con trajes desaliñados pero anchos, que tragan hasta los zapatos. ¡Lo grande empodera a la ultraderecha!

Impone.

El ajuste de los pantalones ofrece el indicador más fiable y contundente de una época. Puede que el volumen aumente, aunque la enormidad sartorial ya no se enfoque en estilizar los muslos —y otros se nieguen a abandonar lo clásico—, pero la fascinación por los skaters, raperos, ravers y traficantes de drogas nos recuerda que los pantalones nunca habían sido tan anchos. Más aún en una época donde las tendencias son cíclicas: lo pasado siempre vuelve.

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