La raison d’être de Louis Vuitton: viajar. Ese idealismo figurativo, poético y quizás materialista sobre escapar de una realidad martirizada y agobiada, nos envuelve en un clarividente sueño que eleva el alma a indagar su universo. Desde tiempos inmemoriales, la maison se ha encargado de plasmar aquellos paisajismos naturales y artificiales en hostiles álbumes fotográficos, cuyo expresionismo visual, es inspirador, gracias a sus particulares archivísticas.
Fashion Eye, agrega a su colección documentaria, la hermosura de tres destinos: México, Islandia y Escocia, capturando panoramas que reflejan una alucinante esencia y un opulento folklore, texturizado en un intercambio cultural, que fascina por su encantadora y susceptible crudeza tangible. Los temas y escenas, se entremezclan en recuerdos, detalles y panoramas congénitos, reflejados por el lente fotográfico de tres leyendas, constituyendo un trabajo sumamente lozano y hermoso de poseer.
México

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Deborah Turbeville en 1986 quedó perplejamente asombrada de un convento del siglo XVlll , ubicado en San Miguel de Allende. Su obra es armoniosa y pintoresca al cautivar con la hermosura desgastada y patriótica del campo. Rodeada de perros, pájaros, exvotos, velas y muebles eternos, detalla un encanto sobado y consumido por el tiempo, reflejando una pureza orgánica e idílica en ruinas, donde la cotidianidad rural, prevalece y vive; mostrando una visión afectiva y tenuemente macabra.

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Islandia

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La tierra donde el hielo y la lava, conviven gratamente, barrida por vientos y auroras boreales, inspiró a Jackie Nickerson a revelar su naturaleza mitológica, retratando panoramas con un rigor topográfico. El americano remarca la prosaica hilera de cráteres, cañones y cascadas, todopoderosas, sucumbidas a la arrodillada magnitud de la profundidad de un fiordo, la densidad de la ventisca, el frío polar y el eco del silencio. Tales intangibles fuerzas, se documentan en un eden híbrido, apaleado por el ser humano y alterado con relieves y colores extraordinarios: el verde fluorescente de un campo de musgo, el azul lechoso de una laguna, el gris antracita de un órgano de basalto. Es un halago geológicamente temporal e incierto.

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Escocia

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La bravura y rebeldía vigorosa de aquella región casi indomable por el tiempo, Alasdair McLellan, dedica su amor y pasión a la cultura gaélica, es específico, a los relatos que le contaba su padre, un oficial de los Gordon Highlanders, cuyo retrato pensativo con boina y uniforme, es tan conmovedor y majestuoso. Se representa un lado más fotogénico y extremo al filtrar la tempestuosa frialdad de Cairngorms, las islas de Skye, Mull e Iona, Edimburgo e Inverness. La misteriosa fugacidad invade los desolados barrios de Glasgow y Aberdeen y cuando las chimeneas de Grangemouth humean, se suman al gris del cielo mayormente nublado, como el rostro silencioso de una muñeca gótica. Esa belleza recóndita, concede una tregua a estas regiones de tormento.
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