Para hablar de sensualidad en el 2019 es primordial desligarse del concepto con el que se hacía referencia al término dentro de la moda masculina: el sexo de Tom Ford, la coquetería de Hedi Slimane, la extravagancia de Jeremy Scott o el sex-appeal de Versace. Dentro del sueño de la sastrería, la sensualidad se ha alejado del erotismo y ha conseguido alojarse en lo modesto. Dentro de la cierta vulnerabilidad y misticismo que envuelve ahora a la idea del cuerpo masculino -una forma más sutil pero igualmente cargada de virilidad- Hablamos de una sensualidad en donde el cuerpo es el medio complementario para una pieza cargada de significado. Es una suerte de activismo a través del vestir en donde lo sensual se ha convertido en algo subjetivo y ya no literal. 

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Foto: Fabián ML

En tiempos en los que experimentar con la fluidez de los arquetipos masculinos significa uno de los mayores avances de la ropa para hombres, la subjetividad de lo sensual entra en el tema de conversación para demostrarnos que dicha sensualidad antiguamente asociada al macho: agresiva – despreocupada, toma ahora sus notas de lo más vulnerable del hombre, e incluso de lo femenino. 

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Foto: Fabián ML

Las sastrería clásica había vestido siempre a un hombre con la necesidad de acentuar su propósito y posición social a través del traje, encuadrando el amplio mundo que es la identidad masculina: trajes armados de siluetas cuadradas que tocaron el punto máximo de su transformación con la llegada de los cortes slim-fit y skinny-fit. Hoy, gracias a una industria de la moda encaminada a seguir tomando notas del streetwear, hasta las siluetas más clásicas de traje de tres piezas y corbata han tomado un giro hacia una sensualidad que comprende mucho más que la representación social, la virilidad o el sexo, sino una que se halla en las siluetas que sugieren la exploración de la fluidez.

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Foto: Fabián ML

El traje del 2020 es uno que a pesar de usar al cuerpo como medio, busca revelar algo del mismo hombre. Desnudar o poner en evidencia esas características que en el pasado fueron escondidas o significaban un estigma dentro del vestir masculino. Si bien la modernización del traje vino con la llegada de lo skinny, buscando resaltar y marcar las partes del cuerpo, la sastrería contemporánea busca el mismo fin a través de formas más sutiles -y quizás románticas- de dar el factor de sex-appeal a la ropa. Hablamos de cuellos altos que ahora se han convertido en pechos desnudos, de pantalones anchos a la altura del tobillo que han migrado hacia los cropped pants y el arremangado, y hablamos, incluso, de sacos de hombros amplios ahora acompañados por cinturas ensanchadas. 

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Foto: Fabián ML

Lo sensual para los sastres y diseñadores modernos comprende el entender a un hombre con la necesidad -o en la búsqueda- de mostrar una nueva forma de confianza, un tailoring al que se le ha quitado seriedad, pero nunca la importancia. En donde los códigos básicos del menswear prevalecen vigentes, pero han migrado hacia códigos que -evidentemente- toman sus referencias de las siluetas de mujer.