Mientras lo inesperadamente banal se fetichiza y comercializa, así pues, la percepción colectiva sobre las drogas se ha ido inclinando a quitar ciertos tabúes; volviéndose objetos libres de penas y condenas legales. Es inimaginable que dentro de su reinvención, los perfumes se tornarán hacia una frescura más explícita.
El jazmín y la lavanda ya no son suficientes para liberar notas que seduzcan al olfato. Este auge por explícitos aromas que poco a poco se van idealizando, modificando nuestra percepción sobre su adictivo y peligroso trasfondo, convirtiéndose en algo bruscamente glamoroso. Solo huele ‘Tuscan Leather’ de Tom Ford y pensarás que su fragancia contiene cocaína, disfrazado por un aroma a cuero, frambuesa y tomillo.
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Errores que nunca debes cometer al comprar un perfume @MrFelixParfum
Aventurándonos por la web, la intrigante riqueza de estas eufóricas pociones, no buscan retractar sus bajos orígenes tipo laboratorios clandestinos o cocinas, sino, la intensificada y ‘mágica’ experiencia al consumir marihuana o cannabis. Esta psicodelia se basa en mezclar extractos naturales con narcóticos sintéticos, creando una deliciosa ilusión. Obviamente, se eliminan partículas y moléculas no deseadas, llegando a sintetizar su agudeza e imitar compuestos, ya que muchos carecen de un aroma distintivo; jugando con la química a niveles aparentemente cero funestos.
¿Ejemplos? Filigree & Shadow, Shroom Cola de Brain Dead o Purple Kush de 19-69; todos mezclando fármacos con chicles o azúcar. La psicodelia que generan es provocativa y sensacionalista. Aunque, ¿qué tan legítimo es inspirarnos en sustancias que forman parte de una cultura que las toma como un negocio peligroso y mortífero, agregando sus letales efectos con el tiempo?
Su comprometedora romantización, misma que es una declaratoria en contra al tradicionalismo de usar solamente especias y flores; retrata escenarios que te desconectan de la realidad, “apropiados para la vida moderna” que sigilosamente son aceptados, ya que relajan es a tu mente y en cierto modo, es algo innovador en el mercado. Su delictivo pasado, es refinado por un elegante frasco y un seudónimo rimbombante – al grado de emular y retratar olores conjuntos de fiestas u antros.
Incitar sensaciones es lo que busca hoy en día, pero estos cócteles olfativos, ¿qué tan disruptivos y supuestamente poco convencionales llegan a ser estas originales perturbaciones? Al fin y al cabo, nuestra curiosidad por oler y capturar lo prohibido, nos lleva a vender hasta agua de calzón como un escape.
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