Todos alguna vez hemos escuchado el dicho: “El que no entiende la historia está condenado a repetirla”. Pero pocas veces nos detenemos a cuestionar: ¿Cuánto de la historia que conocemos es ficción? ¿Qué relatos se han perdido o transformado con el tiempo? ¿Qué significados se diluyen en la traducción?

Estas preguntas son el punto de partida de Hiperparéntesis, la más reciente exposición de Samuel Guerrero en Lodos Gallery (CDMX). A través de su obra, el artista no busca ilustrar el pasado, sino resignificar símbolos y confrontar nuestra relación con la historia.

Las piezas que conforman la exhibición tienen una presencia escultórica y tridimensional que juega con materiales contrastantes. Samuel emplea elementos que evocan lo natural, como la crin de caballo y la madera, junto con recubrimientos automotrices y metacrilato, creando piezas que parecen artefactos de un tiempo indefinido. Hiperparéntesis nos sitúa en un territorio ambiguo donde lo ancestral y lo contemporáneo coexisten, generando una sensación de dislocación temporal, casi como un “glitch” en la historia.

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Fotografía: Diego Scala

Su trayectoria lo ha llevado a exponer en espacios como Rose Easton (Londres), Chapter NY y Anonymous Gallery (NY), Mendes Wood DM (Brasil) y Cordoba (Barcelona), entre otros. En 2023, ganó el premio Art Nou en España por su exposición Obsesionados con encontrar señales y realizó residencias artísticas en Florencia y Seúl, experiencias que han nutrido su investigación y su manera de concebir la pintura más allá del lienzo.

En esta entrevista, Samuel Guerrero nos habla sobre su proceso creativo, la carga simbólica de su obra y el papel fundamental que su familia desempeña en su producción artística.

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Fotografía: Diego Scala

¿Cuándo supiste que el arte era tu camino?

 Siempre dibujé y pinté. En casa de mi mamá, nunca me prohibieron pintar en las paredes. Parecía un taller más que una casa, con paredes descarapeladas donde un rayón extra no hacía diferencia. Esa libertad me marcó.
En contraste, en casa de mi papá todo está ordenado y tiene su lugar. Ahí entendí que sin ese caos inicial no sería el artista que soy. Siempre trabajé con papel y acrílico porque eran accesibles, creciendo no tuve mucha accesibilidad a otros materiales ni espacios. Incluso el óleo, que requiere más materiales y dinero, lo exploré hasta ahora. Una de las piezas en mi última exposición es con óleo.

Tu exposición Hiperparéntesis replantea la irrupción española sin una lectura histórica literal. ¿Cómo abordas esa relación?

No me interesa contar la historia nacional de forma lineal, sino explorar cómo sus ecos nos afectan hoy. La historia es solo el punto de partida, no el destino. No hay dioses mexicas ni Hernán Cortés en mi obra porque no busco ilustrar el pasado, sino resignificar símbolos.
El caballo, por ejemplo, representa dominación. En la pieza, devora un águila, invirtiendo el mito fundacional de México. No todo gira en torno a Tenochtitlán; muchas culturas resistieron siglos después. Por eso prefiero “irrupción” a “conquista”. Mi interés es cuestionar esas versiones fijas de la historia. No se trata de fechas específicas, sino de cómo ciertas verdades se pierden y transforman con el tiempo, afectando nuestra percepción contemporánea y nuestra identidad.

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Fotografía: Ramiro Chaves, Cortesía de Lodos Gallery 

Los cuerpos hipermusculados y la arquitectura son leitmotivs en tu obra. ¿Qué te interesa capturar de ellos?

Los cuerpos hipermusculados en mi obra son producto del presente. Antes, la musculatura tenía una función práctica; hoy, responde a una construcción social acelerada por el consumismo, los suplementos y la cirugía estética. Como los estadios diseñados para multitudes, estos cuerpos son estructuras de un momento específico.
En Hiperparéntesis, exploro la silueta contemporánea con un personaje que combina prótesis en las piernas, senos grandes e intervenciones estéticas. Asumen que me atraen los cuerpos hiper musculados, pero pintar algo no significa que me atraiga; me interesa explorar lo que es tendencia hoy en lo estético.

¿Cómo eliges los materiales y qué papel juegan en tu narrativa?
Mis materiales buscan conectar lo orgánico con lo mecánico. En T.A. 25, la crin de caballo natural y la madera dialogan con recubrimientos automotrices y formas aerodinámicas  de la escultura. Mis piezas funcionan como artefactos atemporales, con capas de significado.

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Fotografía: Ramiro Chaves, Cortesía de Lodos Gallery 

La obra que abre la exposición es un altar que simboliza la transición de lo humano a lo mecánico, inspirado en Carlo Bugatti. Quise transformar la utilidad mecánica en algo espiritual, con brazos metálicos que remiten al cuerpo humano.

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Fotografía: Ramiro Chaves, Cortesía de Lodos Gallery 


Aunque la pintura es mi base, no me limito a ella. Materiales como metacrilato o cabello sintético profundizan el concepto. Ahora que cuento con más recursos, he experimentado con la escultura y la perspectiva distorsionada. En este show, las pinturas no están colgadas convencionalmente; se presentan en formas dinámicas, casi instalativas, generando una experiencia más tridimensional/ escultórica.

Pasaste un tiempo en Seúl durante una residencia. ¿Cómo influyó en tu trabajo?
En Seúl, me concentré tanto en la exposición que apenas pude explorar la ciudad. Fue como vivir en una burbuja. Sin embargo, lo que realmente impactó mi obra fue una residencia en Florencia, en Numeroventi. Allí, rodeado de frescos en el Palazzo Galli Tassi del 1510 y la convivencia con otros espacios de alrededor del 1300, entendí la importancia de las paredes y cómo la historia está integrada al espacio. Más importante aún, entendí la diferencia en la accesibilidad al patrimonio histórico: en ciudades europeas, puedes hospedarte en edificios que aquí solo serían museos. Esa reflexión influyó en Hiperparéntesis, donde quise que la pintura dejara de ser una pieza aislada y se convirtiera en parte orgánica del entorno, como un fresco que vive con la pared.

Has creado perfumes que describes como “esculturas funcionales”. ¿Cómo fue ese proceso?

 Fue un reto traducir mi trabajo visual a un aroma. Me atrajo la mística de este mundo y su poder evocador. Como en las ceremonias, los aromas tienen una profundidad que quise explorar. Además, fue una oportunidad para crear un producto atemporal, más cercano a lo comercial.

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Fotografía: Diego Scala

¿Cómo influye tu familia en tu trabajo creativo?
El público ve el resultado final, pero no el proceso. Nadie imagina el tiempo, esfuerzo e intensidad que requiere la producción. Para este show, mi familia fue mi equipo. Mi abuela cosió cada costura, mi mamá y ella me ayudaron a trenzar la crin de caballo—tardamos cuatro días. Mi tía apoyó en otras tareas, mi hermana y mi papá me llevaron de un lado a otro. Sin ellos, la obra no tendría la misma calidad.
Siento que mi abuela habría sido una gran creativa si hubiera tenido la oportunidad. Es ingeniosa, una resolvedora nata. Me emociona que viva este proceso conmigo—hasta invitó a sus amigos de Oaxaca a la exhibición.
Para esta exposición, mi estudio fue toda la casa de mi papá. Había materiales por todas partes, un caos total. Hasta tuve que disculparme con él. Pero así es el proceso: detrás de cada obra hay desorden, experimentación y trabajo. Luego, en la galería, todo luce impecable, pero ese contraste me fascina. El resultado final importa, pero el camino para llegar ahí es igual de importante.

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Fotografía: Diego Scala

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