Después de ser traumatizado por la agresividad y lujuria insaciable de Donald Trump, es normal que Sebastian Stan, prefiere arrancar esa fluente alegoría, con una imagen recatada y escrupulosa. Es inaudita la obsesiva preferencia de los hombres por un tradicionalista suit, tan plano y aburrido, pero analizando la malicia encarnada, bueno, aquella sobriedad era necesaria. 

Siendo parte de los invitados de los Premios CFDA 2024, lucía rozagante y fresco. Esa apariencia de encogimiento preppy, aritméticamente cuadrado, es una destellante imaginativa producida por Thom Browne. Su traje daba una sensación de un no intencionado cosplay de Playmobil, al usar una chaqueta negra sumamente ajustada y corta, amotinada por un chaleco. Su camisa blanca demasiada clásica y menguada, era sujetada por una habitual corbata, aparentando encarnar la rígida vibra de un profesor de matemáticas o lenguas, con aquella uniformidad mate.   


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Tal geometría de primer grado, fue resuelta por aquellos pantalones relajados que llegaban hasta el tobillo, mostrando una translucidez de charol, al portar unos brillantes mocasines, y aflojando la formalidad masculina, al preferir mostrar unos calcetines blancos, exhibiendo la precisa afabilidad deportiva de Thom, resplandeciendo tenuemente con unos anillos y pulseras de oro.  

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No es tan radical ni inapelable, estrechar unos cuantos centímetros de tela, aunque esa rigurosa simetría ceñida a la piel, difiere con una juguetona respuesta a la necedad y avaricia que debilitó su espíritu. Además, su caricaturesco vigor, fluye con opulencia neoyorquina, al dictar los tiempos con aquel Cartier Tank Américaine. 

Un ejemplo de sosegada y gremial pulcritud educativa.

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