Entendemos que es frustrante que los hombres no se arriesguen y prefieran mantenerse en una sosa, gris conformidad tan business chic o corpcore, que es imposible liberarlos de tal tumultuoso vacuo aburrimiento. Siempre se inclinan por la vieja confiable: un buen traje ni tan ajustado ni apretado y una corbata llamativa. Raramente, puede evocar sensualismo y una debida atracción a lo ordinariamente común. Nicholas Hoult, un ejemplo normativo del repertorio masculino, hizo que notable tendencia, luciera tentativamente sexy.
Convirtiéndose en un Bottega Veneta Boy, la impecabilidad del tailoring y esa constancia de incorporar una desfachatez irónica, clásica en lo habitualmente rígido, emana una reversión a lo establecido. Asistiendo a la premiere de Juror #2 en el TCL Chinese Theatre de Hollywood y siendo el protagonista directo del film, tuvo la oportunidad de fantasear con una acostumbrada, pasional sobriedad.
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Su pulcritud, básica empresarial, fue confeccionada con una áspera vaporosidad, en un grisado, cuadrado suit, bastante pulido en la lisura de textura de su esbelto saco y aquellos pantalones tan slim-retro. Las piezas llamativas de su outfit, eran la camisa de macilentas rayas y su apetecible corbata ¿verde? de piel de cordero. Pequeños detalles, marcaron e iluminaron la seriedad gremial, reimplantando su esmerada funcionalidad.
La oficinera dedicación de Hoult, se ajustó a una opulencia Wall-Street al usar el reloj reverso ‘Tribute Duoface Tourbillon’ de Jaeger-LeCoultre, estimando un discreto poder capitalista en su andar.
Un traje puede ser una confrontación material muy seria y brillosa…
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