En pleno corazón de la Colonia Condesa, una de las zonas con más carácter y personalidad de la Ciudad de México, surge Shhh, un espacio que redefine por completo la forma de vivir la música. No se trata de un bar convencional ni de una simple tienda de vinilos, sino de un listening room diseñado con precisión para ofrecer una experiencia de audio inmersiva y multisensorial. Concebido como el hermano mayor de Ninety Nine Records, Shhh pone la música al centro de todo, en un ambiente donde el diseño, la tecnología de alta fidelidad y la curaduría sonora conviven con elegancia.

El espacio también destaca por su propuesta de coctelería de autor, liderada por Ismael “Pollo” Martínez, referente de la mixología nacional, quien ha creado una carta pensada para complementar con la experiencia sonora. Con más de 9,000 vinilos disponibles, un sistema de audio digno de audiófilos exigentes y una atmósfera diseñada para disfrutar con atención, Shhh es una invitación a desacelerar, reconectar y redescubrir el placer de escuchar. En esta conversación, sus creadores nos comparten los detalles detrás del concepto, los retos técnicos y la filosofía que dio vida a este nuevo santuario urbano para melómanos contemporáneos.
Valerie Garcia (VG): ¿Cómo nació la idea de crear Shhh y qué fue lo que más los inspiró para desarrollar un espacio de escucha multisensorial en la Ciudad de México?
Shhh nació como una extensión natural de nuestra obsesión por la música y el sonido en alta fidelidad. Nos inspiramos en los jazz kissa japoneses y en la tradición de los bares HiFi, pero queríamos llevarlo más allá, creando un espacio donde la música no fuera solo un fondo, sino el centro de la experiencia.
Para nosotros, era fundamental que la escucha sucediera en un espacio donde hubiera un verdadero silencio, sin distracciones ni ruido innecesario. En muchos HiFi bars, el bartender trabaja en el mismo espacio donde están las bocinas, lo que inevitablemente genera sonidos externos. Nosotros quisimos cambiar eso. Diseñamos el Listening Room como un ambiente dedicado exclusivamente a la escucha, separado de la barra y de cualquier otro factor que pudiera interferir con la experiencia.


VG: Shh surge como un complemento de Ninety Nine Records, ¿cómo dialogan ambos proyectos y qué aporta cada uno a la comunidad melómana?
99 Records es nuestro proyecto madre, una tienda de discos que también funciona como un espacio editorial y curatorial. Shhh nació como la parte viva de esa idea: un lugar donde la música que promovemos no solo se puede comprar, sino que se puede escuchar en las condiciones ideales. Ambos proyectos comparten una filosofía de exploración y descubrimiento, ofreciendo un espacio para quienes buscan experiencias más profundas con la música, más allá del consumo casual.
VG: La experiencia sonora es clave en Shhh. ¿Qué retos enfrentaron al diseñar los espacios y la acústica para lograr una escucha íntima y de alta fidelidad?
El reto más grande fue encontrar un equilibrio entre la precisión acústica y la calidez de la experiencia. No queríamos un lugar estéril, donde la técnica se impusiera sobre la emoción, pero sí un espacio donde cada disco sonara con la profundidad y el detalle que merece. La selección de los equipos de audio, la disposición del espacio y hasta los materiales que usamos en los interiores fueron decisiones pensadas para lograr una escucha envolvente y sin distracciones.

VG: El concepto de curaduría musical parece ser uno de los pilares de Shhh. ¿Cómo seleccionan los seis álbumes completos que se reproducen cada noche? ¿Qué buscan transmitir con esa selección?
La curaduría musical es el alma de Shhh. Desde el principio, la idea fue que este no fuera un lugar donde la gente viniera a escuchar lo que ya conoce, sino un espacio para el descubrimiento. Nos interesa rescatar discos que quizás fueron infravalorados o que han caído en el olvido, además de presentar propuestas de altísima calidad musical que no siempre tienen la visibilidad que merecen.
Cada noche seleccionamos entre 4 y 10 álbumes completos, pensados como un viaje. No nos limitamos a un solo género ni buscamos que todo suene homogéneo; más bien, exploramos conexiones entre discos de distintas épocas, estilos y geografías. Puede haber desde un clásico de culto hasta una joya perdida o un lanzamiento contemporáneo que creemos que vale la pena escuchar en este contexto.
Lo que buscamos transmitir con esta selección es la posibilidad de una escucha profunda y sin interrupciones. En un mundo donde la música se ha vuelto cada vez más fragmentada —playlists, algoritmos, saltos de canción en segundos—, queremos reivindicar la experiencia de escuchar un álbum de principio a fin, como fue concebido. Es una invitación a dejarse sorprender.


VG: Además de la música, la coctelería juega un papel importante. ¿Cómo fue el proceso de colaboración con Ismael “Pollo” Martínez para crear los más de 20 cocteles de autor?
La coctelería es parte de la experiencia en Shhh, no solo un añadido. Si vamos a cuidar la música hasta el último detalle, tenía sentido hacer lo mismo con lo que servimos en la barra. Para nosotros, la hospitalidad es algo completo, donde todo suma a la atmósfera del lugar.
Pollo no es un “colaborador”, es parte del equipo desde el principio. No llegó con una carta lista, sino que desarrolló la propuesta desde dentro, entendiendo el ritmo y la energía del espacio. Los tragos no buscan ser el centro de atención, pero sí estar a la altura de la experiencia. Hay una lógica detrás de cada uno, pensando en cómo funcionan en un lugar donde el foco está en escuchar, relajarse y dejarse llevar.
VG: Shhh tiene normas claras para preservar la experiencia de escucha activa. ¿Cómo ha reaccionado el público a estas reglas, como no usar celulares y mantener el volumen bajo?
Desde el principio sabíamos que Shhh no iba a ser para todos, y eso está bien. No es un lugar para venir a beber y platicar como en un bar tradicional, sino un espacio diseñado para escuchar. Eso ha generado mucho ruido en redes sociales y ha atraído a mucha gente que viene por curiosidad, pero que no siempre entiende de qué se trata la experiencia. Nos ha tocado recibir una ola de early adoptersque venían con otra expectativa y que a veces han chocado con las reglas del lugar.
Pero también nos ha sorprendido la respuesta de la comunidad melómana. La gente que realmente ama la música lo ha entendido desde el día uno y ha hecho de Shhh su espacio. Cada vez más vemos a personas que llegan dispuestas a sumarse a esta forma de escuchar, y eso es lo que realmente nos importa.

VG: El espacio se divide en tres zonas: listening room, salón de discos y barra roja. ¿Cuál fue la intención detrás de esta división y cómo espera que cada área complemente la experiencia completa?
El Listening Room es Shhh, ahí está la esencia del proyecto. Es un espacio diseñado exclusivamente para la escucha, donde la música se vive sin interrupciones, con un sistema de sonido de alta fidelidad y una atmósfera pensada para sumergirse en cada disco.
La Barra Roja es un HiFi Bar en el sentido más tradicional. Ahí la música sigue siendo clave, pero hay más libertad para socializar y disfrutar de la coctelería sin las mismas reglas estrictas del Listening Room. Es una opción para quienes buscan un ambiente más relajado, pero sin perder de vista la calidad sonora.
Por otro lado, la tienda de discos no es solo un complemento, sino una parte central del proyecto. 99 Records no es una fachada, es una tienda de discos con una curaduría real y seria, con más de 7,000 títulos cuidadosamente seleccionados. No se trata solo de tener vinilos en exhibición, sino de ofrecer un catálogo sólido que responda a la misma filosofía del espacio: descubrimiento, calidad y profundidad en la experiencia musical.
Cada una de estas áreas cumple un propósito específico, pero juntas crean una propuesta que no existe en otro lugar.

VG: ¿Por qué consideraron importante contar con sistemas de audio de alta gama, como las bocinas Altec VOTT A7 y JBL 4333, y qué aportan a la experiencia del visitante?
Porque la calidad del sonido lo es todo en un espacio como este. No es solo volumen o potencia, es textura, profundidad y fidelidad. Elegimos sistemas que no solo son técnicamente impresionantes, sino que también tienen una calidez y un carácter únicos. Las Altec y las JBL son sistemas que han definido la forma en que se ha escuchado música en el siglo XX, y queríamos traer esa experiencia al presente.
VG: En cuanto a la oferta musical, ¿cómo definen a los selectores residentes y qué papel juegan en mantener viva y renovada la experiencia auditiva?
En Shhh no hay selectores residentes en el sentido tradicional. Toda la música que suena es seleccionada por nosotros mismos: Rogelio, Marcos, Ernesto, Uili y el equipo que trabaja en la tienda y convive con la música y los clientes todos los días. Somos apasionados de la música, conocemos el catálogo a fondo y entendemos perfectamente lo que queremos transmitir en este espacio.
No buscamos nombres ni personalidades para poner discos. Lo importante es la selección en sí y que esté alineada con la experiencia que queremos generar. Nuestra intención no es que la gente venga a ver quién está poniendo música, sino que descubra y se sumerja en algo nuevo cada noche.

VG: ¿Qué tipo de comunidad les gustaría construir alrededor de Shhh y cómo piensan fomentar un espacio inclusivo, seguro y respetuoso para todos los asistentes?
Queremos una comunidad de gente que realmente valore la música y el respeto por la experiencia compartida. No se trata de exclusividad, sino de afinidad. Fomentamos un ambiente donde todos se sientan cómodos, independientemente de quiénes sean o de dónde vengan, siempre y cuando compartan la misma disposición de escuchar, explorar y disfrutar.
VG: Además de los vinilos disponibles para escucha, también se pueden adquirir en la tienda. ¿Qué tipo de acompañamiento o contexto brindan a los compradores para enriquecer la experiencia de compra?
El Salón de Discos no es solo una tienda, es un espacio de descubrimiento. No queremos que la gente compre solo por impulso, sino que encuentren algo que realmente resuene con ellos. Ayudamos con recomendaciones, contexto y referencias cruzadas para que cada compra tenga un sentido más profundo. La idea es que cuando alguien se lleve un disco, se lleve también una historia.
VG: Finalmente, ¿qué planes o sueños tienen para el futuro de Shhh? ¿Les gustaría replicar este modelo en otras ciudades o evolucionar la experiencia de alguna manera?
Shhhhhhh…….!

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