La moda puede ser tanto una experiencia abstracta, inmersiva, o incluso una degustación sensorial. Al admirar las blusas etéreas que delinean una irresistible asimetría, su vaporosidad es una manifestación sutil de renovación de la belleza masculina contemporánea. Una oda que plasma una estética veraniega lúcida, donde Caballería aporta una exuberancia utilitaria.



Presentándose en una mansión de los años 40 convertida en hotel boutique, se integra una visión que dialoga con un espíritu refinado, pero libre de pensamiento. Aunque la colección está “marcada por la nostalgia”, una luz cálida la envuelve y resalta una deliciosa paleta de colores – mamey, arándano, higo, guayaba, espinaca, manzana … – que tiñen las vaporosas camisas militares de antaño, ceñidas por pantalones ricamente adornados con elásticos y jaretas. Un confort espiritualista.




La feminidad tradicional se presenta como herramienta expresiva en Caballería, mientras que la relajante voluminosidad de su silueta encapsula “la plenitud y el desapego”. El uso de lino, viscosa, algodón y tencel, adquiere una importancia material que va más allá de la funcionalidad, más bien, vehículos que enriquecen el frutal satinado que tentativamente devoraremos.



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