Entre sombras y espejismos: El McQueen de Sean McGirr aún sigue buscando una voz propia

Vivimos en un punto de la historia, en que todos los diseñadores — ninguno se exceptúa —  recurren al pasado. La gran tragedia de la década, es la falta de originalidad y la frustrante batida de satisfacer al mercado, ya que lo ‘nuevo’ carece de identidad y emoción. Sean McGirr la ha tenido difícil, al no estar a la altura de un provocativo teatralismo que inquiete con su narrativa y honre el legado de McQueen. El rumbo que ha tomado su dirección es tibio, moderado y carente de audacia. 

Sin embargo, no ha impedido que su confianza se desvanezca. Con esta colección, se manifiesta una innegable ejecución y control. 

En comparación a su macabro debut, fue más romántico y meditado, pero con menor fuerza estética. 

Con el portal de espejos que daba paso a un viaje por el tiempo, su decadente opulencia gótica y obsesivamente victoriana, esa ilusión histórica tan luctuosa, pero con atrevimiento contemporáneo, trasciende su hermosura barroca, vagamente punk. 

Su extremista dandismo maximalista era puntiagudo y retorcido. La caravana vampiresca, abrigada en cuellos isabelinos de encaje y cubiertos en largos abrigos estrechos con una silueta hourglass, acentuada por una cintura peplum y hombreras mutton; daban paso a un imponente y volátil contraste solemne. 

Aquellos difuminados vestidos etéreos ‘sirena’ con su pomposa airosidad y las cascadas de volantes poéticos, se confundían con la vibra ‘rockera’ tan Hedi Slimane con sus trajes pantalón hiper- skinny y los sombreros Fedora, pero estridentes e intensos con sus amplias capas, frondosos abrigos militares y suéteres tejidos. 

El decorado era majestuoso. Una mayor convicción por servir lujosa fastuosidad se lucía tanto en sus incrustaciones de oro de 24K y las texturizadas y angelicales chaquetas danzarinas, que cegaban la mirada por su divinidad engañosa. 

Inherentemente, lo odies o ames, fue convincente que utilizará la nostalgia como una herramienta reivindicadora para sobresalir del abismo, pero hace falta una mayor conexión sentimental que se caracterice del resto …