Nunca el baño había sido tan divertido o inspirador. Bueno, dependiendo de la urgencia o situación … Pero Alessandro Michele transgresiva su función de desahogar toda la podredumbre al caño, por algo más fragante.

Entre tanto albur y confusión sobre por qué rayos metió a todos en un refinado y bien aseado cuarto rojo neutro lleno de  (oh no, esto no era tan masoquista y sucio) más bien, se trataba de un espacio ‘lynchiano’ que se aventuraba por entender la intimidad en esa zona que divide lo privado y social.  

Defecando un mix ecléctico de prendas vintage, su performativo chillante maximalismo, brindaba quizás un modo de entenderlo ante el disconfort de muchos, ya que se rumorea que no está haciendo algo innovador, sensible y lindo en Valentino. Más que nada, estancar su creatividad en una monotonía disfrazada, que juega con indiferencia y charlatanería humanista. 

Tampoco se puede desacreditar la labor de democratizar la moda con inclusividad y alboroto. Es lo bonito de su carácter y pensamiento: todos son bienvenidos. Pese a toda contracorriente, era notorio el descaro.

Con el desafío de actualizar el legado de la casa y mantenerla relevante, prefiero seguir manipulando el ayer a su modo, con mayor candor y familiaridad. Eso sí, ha empezado a construir una realidad más adecuada ante la turbulencia social que vivimos, con esa ansiedad y restricciones que nos impiden florecer. 

Su fluida contemporaneidad y progreso se forja con la unión de épocas. Pantalones holgados acampanados, remetidos con un abrumante encaje y sombrío layering, atenuando a una informalidad callejera, pero algo conservadora en el modo de sujetar el cabello con turbantes y pasamontañas, agregando un total encubrimiento de la piel. 

Había looks para toda clase de situaciones, relajados con sus matices ácidos y brillo emanado de sus cristales y lazos. Definitivamente, era otra carta de amor que comparte con tanta pasión, sus gustos por el arte, el cine  y banalidades de la vida cotidiana. Un glamour intensificado por las plumas, seda, flores y piel, detallan una expresiva sintonía que luce drástica, pero imposible de apartar la mirada.   

Su colaboración con Vans que contrasta con el hermoso vestido centelleante con una fisgona cara de gatito, esa irreverente preciosidad, apacigua la inestable euforia de querer algo fresco, por mientras. 

El talento de Alessandro puede retenerlo al fango o potenciarlo al infinito.

Resto de los looks:

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