La conocí en un festival de jazz por ahí del 2018. Ella era una mesera de ojos lindos y yo un estudiante de periodismo, que en lugar de hacer su reportaje, se echaba miradas con la mesera de ojos lindos.
Compartimos un par de cigarros, bailamos swing rodeados de un montón de hombres bigotones y mujeres con faldas largas. Nos dimos números, salimos a un bar, una peli en su casa, un desayuno en Cholula, un par de idas al cine, otra peli en mi casa. Hasta que una noche, después dejarla en su casa, me di cuenta de que la cosa no iba a dar para más.
Les podría mentir y llenarme la boca de mentiras como “buscábamos cosas distintas” o “teníamos planes diferentes”. Pero lo cierto es que era una bonita historia de amor con muy mala química. Así, opté por el caminó fácil: el “ghosting”.
Lo más probable es que, a estás alturas, ya conozcas de que va este anglicismo, pero en caso de que no: “ghosting” proviene de ghost (fantasma en inglés) y se define como una forma de terminar una relación cortando la comunicación con esa persona o lo que es lo mismo, desapareciendo.
A pesar de que no hay una fecha exacta de cuándo se originó, sabemos que el “dejar de corresponder” a una persona, que en algún momento te interesó, es algo que pasa desde hace cientos de años. Desde la carta que nunca se respondió, el papá que nunca regresó, hasta el WhastApp que quedó en dos tristes palomitas azules.
El ghosting es un “virus” con el que hemos lidiado desde tiempos remotos, pero pareciera que cada vez se vuelve más y más contagioso. Y es que es mucho más fácil dejar de contestar un mensaje que correr o esconderse en la calle, como probablemente hacían antes.
–Pasa que hoy todo es demasiado pasajero, las redes sociales nos han educado a la inmediatez y como rápido se puede empezar algo con alguien, rápido se puede terminar– sentenció Germán en una de sus notas de voz.
¿Esto quiere decir que terminamos planteando un sistema en el que la gran mayoría estamos propensos a sufrir y practicar el ghosting? Y si es así, ¿por qué nos sigue afectando tanto?
–Yo creo que pega en el ego de cualquier persona y eso, combinado con la duda, es una mezcla fatal para la autoestima –dice mi amiga Melissa antes de darle otro trago a su bloody mary casero.
–¿Y tú crees que lo hacen más hombres o mujeres? – pregunté en mis intentos de rascar más en el tema.
–No creo que sea cosa de “hombres-mujeres”. Maybe los hombres lo hacen porque no todos conocen la responsabilidad emocional y las mujeres más por “culeras”. Es cuestión de educación y personalidad.
Porque planteándolo de ese modo, entonces podríamos decir que el ghosting es un tiro al aire, porque podemos tomar la decisión de tirar del gatillo, pero no sabemos si esa bala regresará perforando en donde más nos duele.

Fotografía: José Toscano.
Y si me preguntan, es cierto que de vez en cuando dedicó un par de minutos a pensar en la mesera de ojos bonitos y es inevitable preguntarme qué habrá sentido ella después de ese “buenos días” que nunca contesté.
Supongo que todo se reduce a un acto de empatía y consciencia por los sentimientos de la otra persona. Pero a fin de cuentas, no hay fantasma del que no se pueda escapar.
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