La autenticidad en el arte no es solo una declaración de principios, sino un acto de valentía en un mundo en constante cambio. Karen Huber, César Rangel, Manuel Forte, Eric Valencia, Emilio Gómez Ruiz y Lucía Vidales han construido sus carreras desde la convicción de que el arte no solo se trata de crear, sino de generar diálogos, cuestionar estructuras y abrir nuevos e icónicos caminos. Desde la pintura hasta la escultura, cada uno de ellos ha encontrado en la exploración constante y en la fidelidad a su visión una manera de desafiar las reglas del mercado y mantenerse fieles a su esencia.
La autenticidad y la innovación son valores que tanto estos destacados artistas como la marca Salomon comparten profundamente, distinguiéndose por su valentía al explorar nuevas formas de expresión y mantenerse fieles a sus visiones únicas convirtiéndose en íconos. Cada uno de ellos ha encontrado su propia voz, explorando nuevos lenguajes y desafiando las convenciones sin perder su esencia. De la misma manera, Salomon ha construido su identidad a través de íconos que han trascendido su propósito inicial, convirtiéndose en referencias de estilo y funcionalidad. Modelos como la XA PRO 3D no solo han evolucionado con el tiempo, sino que han mantenido su carácter distintivo, adaptándose a diferentes contextos sin perder su autenticidad. En ambos casos, ya sea en el arte o en el diseño, lo que perdura es la capacidad de mantenerse fiel a una visión mientras se sigue explorando nuevos caminos.
En cada uno de sus relatos, la audacia de ser auténticos se manifiesta como el hilo conductor de una escena artística en constante evolución.

Karen Huber: Construyendo espacios para el arte en constante cambio
Karen Huber ha construido su galería como un espacio “fresco, propositivo y en constante cambio”, donde la pintura contemporánea es el eje central, pero con una flexibilidad que la distingue de los modelos tradicionales. A lo largo de diez años, la galería ha evolucionado no solo como un punto de exhibición, sino como un escaparate para la colaboración y la exploración de nuevas formas de conectar con artistas y públicos. Ahora, después de una década, Huber reflexiona: “Es un momento para parar y decir: ¿dónde estamos?, ¿qué queremos?, ¿qué ha pasado desde 2014?”, mientras experimenta con nuevas iniciativas, como el primer pop-up de la galería en Madrid este marzo.

Las ferias de arte siguen siendo un pilar fundamental en su modelo, pero reconoce su fugacidad. “Muchos galeristas estamos un poco cansados del tiempo tan efímero de un booth”, comenta, señalando que en tres o cuatro días es difícil transmitir la esencia de un proyecto cuando compites con más de 200 galerías y tienes solo minutos para captar la atención de los visitantes. Si bien seguirá participando en ferias como MACO y Salón Acme, busca generar más encuentros dentro de la galería para fomentar un diálogo más profundo con coleccionistas y artistas.
El proceso de selección de un artista para la galería es riguroso, pero basado en la afinidad mutua. “Es como cualquier tipo de relación: ¿qué buscas?, ¿qué necesitas?, ¿qué podemos construir juntos?”, explica. Más allá de la calidad artística, es fundamental que el artista entienda la seriedad del proyecto y el enfoque en la pintura. “Difícilmente podría representar a alguien con quien no me llevo bien”, afirma, subrayando la importancia de la química en estas colaboraciones.

Para la Semana del Arte, Huber se muestra entusiasmada con la creciente proyección internacional de México. “México es un referente del arte, no solo a nivel nacional, sino internacional”, dice, destacando la llegada de curadores, coleccionistas y artistas de todo el mundo. Sin embargo, reconoce que hay aspectos agotadores del evento, como el público que asiste solo por lo social o que confunde dólares con pesos al momento de comprar una obra. Como recomendación para los asistentes, enfatiza la importancia de la etiqueta en las ferias: “No llevar tu portafolio a la feria” y entender que las interacciones deben ser breves, dejando el seguimiento para después.
César Rangel: Entre imágenes, dualidades y el mito de lo humano
César Rangel se define a sí mismo como un “trabajador de la imagen, un confeccionador de imágenes”, una identidad que, según él, no termina de definirse nunca. Su camino en el arte no fue una decisión consciente, sino algo que simplemente ocurrió: “Nunca tomé una decisión sobre el asunto, solo se fue dando”. Desde niño dibujaba como cualquier otro, pero ese apetito por la imagen se mantuvo y con el tiempo se convirtió en su oficio y en su forma de estar en el mundo.

Para él, la vocación es el eje central de su práctica artística. No la entiende como una simple orientación laboral, sino como una voz interna que le marca el camino. “La vocación es escuchar una voz, y esa voz es una guía. Es un misterio, pero es lo que te dice qué debes hacer”. En su caso, esa voz nunca ha cambiado, y aunque no puede traducirla en palabras, sabe que su misión es no alejarse de ella.
Actualmente, Rangel participa en la muestra colectiva Duplex, que inaugura el 5 de febrero en Pará, un espacio para artistas. El concepto de la exhibición parte de la dualidad, tanto en la disposición física de las obras como en el significado simbólico de la muestra: “Siempre hay dos figuras en juego: la obra de arte y el relato que se le confiere”. Para él, esta dualidad está presente en todo, incluso en su propia visión del mundo: “La de todos: cielo y tierra”.

Su pensamiento va más allá de la pintura. Rangel reflexiona sobre el arte como parte del mito de lo humano: “Nos configuran los cuentos, desde los mitos griegos hasta las historias de Netflix”. Así, su trabajo no solo consiste en crear imágenes, sino en habitar ese espacio simbólico donde la narrativa y la estética se cruzan para dar sentido a la existencia.
Manuel Forte: Crear con disciplina, explorar con honestidad
Manuel Forte, artista portugués, ha vivido en México por más de una década y se define a sí mismo como alguien trabajador, insistente en sus objetivos y profundamente familiar. Para él, la disciplina es clave en su proceso creativo: “Sin disciplina no se hace nada”, una idea que contrasta con la percepción romántica del artista como un ser libre y espontáneo. En su caso, la rutina y el trabajo constante en el estudio son esenciales, pues “con trabajo salen otros trabajos” y se genera un hilo conductor que mantiene la coherencia en su obra.

Las ideas en su arte surgen del día a día, de lo que vive, lee y observa, así como de los períodos históricos y artistas que le interesan. Entiende su trabajo como un diálogo con la historia del arte: “Es muy difícil hoy en día hacer algo nuevo en pintura, entonces lo que haces es crear un diálogo entre lo que está hecho”. No busca descubrirse a sí mismo a través de su arte, sino comprender a los otros: “Me interesa más descubrir quiénes son los otros”. Su arte, más que conceptual, es emocional, y lo importante para él es ser honesto en su exploración.

A pesar de las presiones del mercado, Forte se mantiene firme en su visión artística: “Eso es algo inamovible en mi trabajo”. Para él, la comercialización no debe dictar la dirección del arte, pues “cuando se trabaja para vender, ya no va a salir tan bueno”. La clave, insiste, es la honestidad, la insistencia y el tiempo. Actualmente, está participando en la feria MACO con una pieza para Uber y tiene un solo show en Portugal, aunque en este momento su enfoque está en la investigación, en leer, ver películas y dibujar sin trabajar para una exposición específica.

Para Forte, lo más importante es seguir creando, sin importar si la obra se exhibe o se vende. “Lo más importante es hacer lo que tú crees que tiene que ser hecho”, reafirmando así su compromiso con un arte auténtico, libre de imposiciones externas y siempre en busca de nuevas formas de diálogo con la historia y la sociedad.
Eric Valencia: El lenguaje que inspira entre el color y la luz
Eric Valencia es un pintor cuya obra se mueve entre la filosofía y la ciencia ficción, explorando la relación íntima entre el artista y su trabajo. Se describe a sí mismo como “una persona paciente y atenta”, cualidades que considera esenciales en su proceso creativo. Para él, pintar es una forma de sorprenderse con lo que puede surgir en el proceso: “Me gusta sorprenderme, sorprenderme de las cosas que pueden pasar y tener el tiempo de poner atención a esos detalles”. Más que seguir una estructura rígida, su práctica se basa en la observación y la exploración de colores, formas y materiales.

Próximamente, Valencia presentará dos exposiciones en Guadalajara. La primera es El cuarto de los ojos sucios, que inaugura el 2 de febrero en el Museo Raúl Anguiano para celebrar los 10 años del proyecto. La segunda será en el espacio Cabeza, con una selección de obra recién terminada. Sobre su trabajo actual, menciona que quienes han visto su nueva serie la describen como “alegre”, algo que le parece interesante porque, a pesar de ser abstracta, logra transmitir una sensación específica.

A diferencia de otros artistas que buscan una voz constante en su trabajo, Valencia no se identifica con la idea de fidelidad a una única visión. “No es una voz que yo quiera defender, sino que se está desarrollando, que está cambiando y que está funcionando”, afirma. En su proceso creativo, prefiere la flexibilidad y la improvisación, permitiendo que su obra evolucione según sus propias necesidades. Para él, la fidelidad no radica en aferrarse a una idea, sino en prestar atención al trabajo y dejar que fluya de manera orgánica.

Más allá de los conceptos rígidos, Eric Valencia sigue explorando la capacidad del color y la luz para generar emociones sin recurrir a la figuración. Para él, lo importante es seguir creando y permitirse evolucionar sin imponerse límites estrictos. “Fidelidad es como la atención”, concluye, dejando claro que su arte es un proceso en constante transformación.
Emilio Gómez Ruiz: Alterar la materia, imaginar el futuro
Emilio Gómez Ruiz es un artista multidisciplinario que ha explorado la pintura, la escultura, el arte sonoro y la cerámica con una perspectiva experimental e innovadora. Desde niño supo que quería ser artista, ya que “lo que más me gustaba era dibujar y hacer cosas de escultura o experimentos”. Su trabajo se caracteriza por la alteración de procesos y la búsqueda de nuevas relaciones entre los materiales y la mente, lo que él describe como “una relación telepática con la materia”.

Más que aferrarse a una identidad artística fija, Emilio ve su práctica como un constante descubrimiento, en el que la transformación es inevitable. “Cuando estás trabajando con los materiales sí los estás manipulando, pero también te estás alterando a ti mismo”, afirma. Para él, la materia y el artista están en un continuo vaivén entre lo físico, lo químico y lo metafórico, un proceso que nunca concluye. Esta visión lo ha llevado a preguntarse sobre la ubiquidad y la posibilidad de estar en el momento y lugar adecuados, explorando también la relación entre los sueños y la realidad. “He tenido sueños premonitorios de ciertas piezas o acontecimientos”, comenta, dejando entrever un enfoque casi esotérico en su proceso creativo.

En un entorno donde el arte a menudo se ve condicionado por la comercialización, Emilio ha buscado mantenerse autónomo. “Siempre he sido muy rebelde”, explica, agregando que ha construido su propio sistema sustentable para evitar depender del mercado. Su enfoque se basa en la creación de microcomunidades y espacios independientes donde el arte pueda desarrollarse sin ataduras. “Es importante generar lugares autónomos que te permitan pensar en otros tipos de utopías”, sostiene, subrayando su interés por imaginar futuros alternativos.

Este interés por la imaginación y la utopía se refleja en su próxima exposición, Humedad Radical, que inaugurará el 1 de febrero en la Galería Koik. “Ahora en el mundo en el que vivimos ya es radical imaginarse una utopía”, dice, cuestionando la manera en que el futuro ha sido cancelado en la imaginación colectiva. A través de su obra, Emilio nos invita a desafiar esa percepción y a explorar nuevas posibilidades en la intersección del arte, la materia y la mente.
Lucía Vidales: El arte como pregunta, la pintura como transformación
Lucía Vidales es una artista profundamente curiosa y entregada a la pintura, una disciplina que, más que representarla, la transforma. Desde niña supo que el arte era su camino y con el tiempo lo ha mezclado con otros intereses, como la educación. Para ella, enseñar es una forma de cuestionarse a sí misma: “En el proceso de prepararme para enseñar, tengo que repensar y actualizarme”. Además, ve en la educación una conexión con el arte, pues ambas prácticas “van más allá de lo individual” y crean vínculos entre generaciones y personas.

Su pintura no busca ser una expresión literal de sí misma, sino un espacio donde se generan nuevas relaciones y significados. “El proceso de pintar también me cambia”, explica, destacando que su trabajo está atravesado por la contradicción. “El arte no soluciona, pero te da un espacio donde puedes relacionar cosas que no están conectadas”. En sus obras, el dolor y el goce, la violencia y la belleza conviven sin que una anule a la otra. A menudo trata temas como la muerte y las heridas de la historia, pero su intención no es reproducir la violencia, sino llevarla a otro lugar.

A lo largo de los años, ha logrado mantenerse fiel a su visión artística gracias a su entorno y sus decisiones profesionales. “Mis amistades me ayudan mucho”, dice, pues hablar con personas que la conocen desde antes le permite obtener otras perspectivas. También ha encontrado en la educación una forma de conectar con otras realidades sin comprometer su práctica artística. Aunque dar clases le demanda tiempo, le ha permitido explorar nuevas ideas y enriquecer su propia visión sin depender exclusivamente del mercado del arte.

En la Semana del Arte, Vidales presentará Pillo y Bebé, una exposición que “habla sobre la potencia de la ternura”, en la que figuras híbridas como pillos y bebés aparecen en escenarios con barro, sangre y huesos. También incorpora imágenes de adolescentes y changos, representaciones de su parte más “espontánea y menos lógica”. Su trabajo es un recordatorio de que el arte no solo refleja al artista, sino que lo reta y lo transforma en el proceso.
En esta historia: Karen Huber, César Rangel, Manuel Forte, Eric Valencia, Emilio Gómez Ruiz y Lucía Vidales fotografiados por Natalia Martin del Campo, Maquillaje: Jessica Díaz, Realización: Juan Pablo Jim, Asistente de Producción: Valerie García, Locación: Galería Karen Huber.
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