La mayoría de las ocasiones, nuestra vestimenta se rige por condiciones como el lugar, la hora, el clima y nuestra comodidad. Sin embargo, existen algunas otras normas, que han sido establecidas con el fin de conservar un ambiente o estética del lugar al que se asiste. Estos son los códigos sociales, los cuales dictan una forma específica de comportamiento, vestimenta y lenguaje.

Así, un código de vestimenta puede resumirse como un conjunto de reglas, con frecuencia escritas, con respecto a la ropa. Dichos reglamentos se crean a partir de percepciones y normas sociales que varían según el propósito, las circunstancias y las ocasiones. De ahí la razón por la que es muy probable que cambien dependiendo las sociedades y culturas. Son indicaciones simbólicas de diferentes ideas sociales, que incluyen clase social, identidad cultural, actitud hacia la comodidad, tradición y afiliaciones políticas o religiosas.

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Los códigos de vestimenta con frecuencia son relacionados con el género, estatus social, ocupación, afiliación étnica e incluso religiosa.

Para estos fines, la vestimenta es un texto; un discurso que se lee y tiene un propósito: ser leído por alguien más. La ropa, además de proyectar una imagen, también comunica aspectos de nuestras vidas que no necesariamente se dicen; proyecta mensajes que son interpretados por quien nos observa, aclarando que la moda es imagen, pero también texto.

Es por esto, que todo el tiempo estamos preocupados por vernos bien el primer día de clases o de trabajo, y no es para menos.  Vivimos en una sociedad que vive al pendiente de todo, si no es en las redes sociales, es en el trasporte, en la reunión familiar, en la escuela, en el centro comercial, entre otros lugares, por esa razón, el lenguaje de la vestimenta transmuta en un código visual, pues está condicionado por la mirada de los demás. De esta forma, la ropa pasa a ser una envoltura expresiva y significativa.

BADHOMBRE Andres Johnson fotos 6En el pasado, la vestimenta podía reflejar, sin miedo a equivocarse, la ocupación y estrato social al que se pertenecía, cuestión que hoy sin duda, ya no es argumento, pues nuestras elecciones a la hora de vestir, ahora están influenciadas por cómo nos sentimos, lo que queremos transmitir y cada vez menos relacionadas con la actividad que desempeñemos.

De esta manera, existen infinidad de razones por las cuales elegimos ciertas forma de vestir todos los días, tratando siempre de mostrar quiénes somos y marcando una diferencia del resto. En este sentido, el que existan ciertos códigos que nos impongan cómo lucir para determinada situación, no quiere decir que tengamos que esconder nuestra personalidad o bien, verlo como una censura de lo que queramos proyectar, más bien, debemos tomarlo como una oportunidad para demostrar que nuestro estilo puede resaltar y ser versátil en cada situación.

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