Entrar a entrevistar a Luis Gerardo Méndez es casi un asunto del Estado: en un hotel del centro de la CDMX, José -mi amigo fotógrafo de cabecera y yo tuvimos que llegar primero con un joven en la terraza que nos llevó al piso de abajo con otro grupo de jóvenes para llevarnos al cuarto donde estaba un joven más con Luis Gerardo a punto de anunciarnos que podíamos entrar a hacer nuestro trabajo después de los colegas que estaban en turno haciendo lo propio.
Esto no es una queja. En absoluto. Esto es una muy vaga descripción de lo que significa tener 10 minutos en un día de prensa con el actor más importante del país. 13 minutos para entrevista y fotos en este caso.
Luis Gerardo está por estrenar Tiempo compartido, una película de Sebastian Hoffman que, por el tráiler, parece ser un mal trip asegurado para el espectador -lo cuál es completamente necesario porque a la gente no le gusta pensar- pero nosotros estamos aquí para hablar de otros proyectos y un poco de la circunstancia de este joven que salió de Aguascalientes a la CDMX hace quiénsabecuántosaños a estudiar y, eventualmente, romperla a niveles que la apabullante mayoría -incluso sus propios colegas- sólo podría soñar cuando se sueña con convertirse en una superestrella del cine y la televisión. Digo, alguien tenía que hacerlo.
Cuando por fin entramos a la habitación, Luis Gerardo nos indica dónde sentarnos en la perfectamente adecuada sala donde había estado dando entrevistas esa tarde, decorada con botellas de su mezcal Ojo de Tigre, con vasitos y naranjas cortadas en la mesa listas para la degustación de su propia creación que llevaba meses documentando en Instagram, al fin lista para su debut.
Lo primero que le pregunto al actor más importante del país es por qué mezcal. Sé que su consumo se está popularizando mundialmente a una rapidez muy bienvenida por muchas corporaciones y el factor cool de la novedad es casi tan importante como sus efectos al ser bebido.
“Bueno, cuando yo llegué a la CDMX hace muchos años, empecé a estudiar actuación y la escuela a la que fui está en la Condesa y empezaron a surgir estas mezcalerías en la zona, entonces se empezó a volver como una especie de ritual después de clases o después de dar función irnos a tomar un mezcal. Yo ahí lo conocí y recuerdo que desde que lo probé me gustó mucho el sabor, sin duda, pero lo que más me llamó la atención era la borrachera que te da. No es la típica borrachera que te da el vodka o el tequila o el whisky, que es eso de empezar a dar tumbos y de pronto ya no estás tan en control. La borrachera del mezcal siempre se me ha hecho más mística, mucho más energética y desde ahí me enamoré. Desde entonces lo único que bebo es mezcal… de repente sake cuando como comida japonesa y de pronto me echo una chela pero that’s it”.
De mezcal aficionado a mezcal entrepreneur hay miles de pasos y Luis Gerardo está en un punto en el que todo lo que toca se convierte en varo, así que la historia continúa. El mezcal es el licor con más proyección de venta en el mundo y sé que Luis Gerardo estuvo muy involucrado en el proceso creativo, le digo que es casi como Elizabeth Taylor produciendo su White Diamonds -el perfume de una celebridad más vendido en la historia. ¿Cuánto tiene que involucrarse uno de verdad para ser embajador y socio de una empresa de este calibre?
“Después en la vida y de dedicarme a lo que me dedico, empecé a conocer a maestros mezcaleros y gente que tenía marcas de mezcal y me volví muy fan del proceso e ir a los campos de agave y ver cómo cortaban las piñas y las cocinaban… Luego empecé a trabajar en EEUU y cuando empezamos a desarrollar Club de Cuervos, vinieron varios viajes a Los Ángeles y por medio de mi agencia de EEUU me buscaron de una marca muy grande de mezcal norteamericano, me buscaron para ser la imagen de este mezcal y se me hizo una cosa muy rara porque era un mezcal gringo pero igual fui y me senté con los dueños -muy buenos tipos, pero al final del día no me hacía sentido ser la imagen de un mezcal gringo si el mezcal es mexicano y yo soy mexicano. A partir de ahí fue como Inception y se me metió la idea de lo interesante de este universo. Esto fue hace como tres años y después, platicando con mis socios, les conté esta idea; se emocionaron mucho y después nos juntamos con la gente de Casa Lumbre, que son unas eminencias en el mundo de los destilados, se interesaron en el proyecto y me sentí el más feliz del mundo porque me hizo sentirme cobijado por esta gente que sabe muy bien lo que está haciendo encima de lo generosos que fueron de involucrarme en todo el proceso y darme una voz en todo el proceso creativo desde escoger cómo iba a ser la botella o el ensamble o las características del líquido.
Para mí era importante hacer una bebida que fuera suave para que el que no conoce de mezcal lo pueda disfrutar pero que sea lo suficientemente complejo para que la gente que es mezcalera de corazón también lo disfrute”. Luis Gerardo agrega que Ojo de Tigre es el único mezcal que hace un ensamble entre espadín y tobalá, mezclando dos estados de la República en su concepción. Espadín de Oaxaca y tobalá de Puebla”.
Pausa. Puebla es un tema delicado para este entrevistador y, haciendo un leap entre Ojo de Tigre y el resto de la compleja vida del actor más importante de este país, le pido que me hable de su relación con Pueblita.
“Para mí Puebla es una ciudad muy especial y le tengo mucho cariño porque hago mucho teatro y cuando hago teatro hacemos giras por toda la República y siempre he dicho que los públicos más generosos en el teatro son el público regio y el público poblano. La gente en Puebla disfruta mucho el teatro… los aplausos más lindos que me he llevado en mi carrera con obras de teatro son en Puebla y Monterrey. Puebla tiene un gran público para la cultura y tiene que ver mucho con que es una ciudad completamente cultural, hay mucha cultura… la comida. Para donde voltees ahí hay mucho que ver… además que es una de las dos mitades de Ojo de Tigre.
Después de hablar un rato más de porqué detesto Puebla tomando en cuenta que no soy un consagrado actor de cine, televisión y teatro y que Luis Gerardo no vivió ahí 21 años, seguimos con los retratos terminando nuestros 10 minutos con el actor más importante del país, ¿pero de dónde viene el nombre Ojo de Tigre, se preguntan?
“Para mí el mezcal es como un amuleto. Siempre después de dar función en el teatro, me doy un caballito de mezcal -después, no antes, quiero aclarar. Termino mi función y es un trago que me desconecta del personaje y me hace decir buen trabajo, vámonos para casa… o vámonos de fiesta. También antes de cualquier premier de una película traigo mi anforita con un trago de mezcal. En ese sentido, el ojo de tigre es una piedra semipreciosa que se considera un amuleto en casi todo el mundo”.
¿Esotérico, entonces?
“No soy tan esotérico, pero sí creo que el mezcal tiene una mística muy especial y nos hizo mucho sentido darle ese contexto. El mezcal es increíble y creo que es una de las mejores cosas que tenemos en México, de verdad creo que la misión aquí es que la gente aprenda a disfrutarlo”.
Ahí lo tienen, las dos exportaciones contemporáneas más relevantes de nuestro país. De México para el mundo.
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Judix
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