El final de la segunda temporada de “The Gilded Age” vislumbro el poder absoluto de Bertha Russell (interpretada por Carrier Coon) como la nueva matriarca suprema de la alta sociedad neoyorquina, tras lograr que el Duque de Buckingham (Ben Lamb) asistiera a la inauguración de la nueva Ópera “The Met”; pero eso solo fue el comienzo de una tortuosa y sinuosa narrativa para la jugosa tercera temporada.
Conforme al fascinante adelanto informativo, la heredera Gladys Russell es atada a una ventajosa unión con el aristócrata inglés que únicamente le interesa su fortuna, el escenario insertado se centra en mostrar las restricciones y nulas libertades que padecen las mujeres al casarse con el equivocado. Asimismo, desvelando que tal época captura espíritus hambrientos por superación y gloria.

La ambición propulsora el corazón del resto del elenco. Marian Brook (Louisa Jacobson) continuará en una lucha entre el deber, amar y oponerse a las expectativas del resto, más la de su tía Agnes. Notamos el desarrollo ‘legítimo’ de una relación sentimental con el joven Larry Rusell (Harry Richardson) y si esto podrá vencer el caos familiar que se avecina. Peggy Scott (Denée Benton) seguirá consolidándose como periodista, a la vez que el lacayo John Trotter (Ben Ahlers) podrá amasar una fortuna con su invención relojera: una alarma.

Este torbellino nos hace cuestionar si la relevancia o legado podrían traducirse como algo ¿obsesivo? El afán del magnate Sr.Russell por la fortuna y poder lo llevará a nuevos horizontes en la jaula de oro llamada Upper East Side.
Al parecer todo el mundo quiere ser recordado y harán todo lo posible para lograrlo.

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