El príncipe de las tinieblas volvió a sus aposentos en el Palais de Tokyo, con un aterrador y temible batallón de clones. Marchando firmemente con la sinfonía número 7° de Beethoven, 200 soldados salían del cuartel Owens, uniformados en polvorientas y metálicas tonalidades opacas en las que el blanco, gris y plateado, que se acoplaron magníficamente, con las paredes y columnas de mármol del apocalíptico recinto.
Una grandeza marcial de infantería, marchando en grupos de cuatro filas, que resonaban sus escalofriantes pasos al caminar sincrónicamente, con su botas Porterville. La subjetiva distócica extravagancia era un ilusión de extras de actores, vestidos en satín blanco, provenientes de Hollywood; que se convirtieron en monjes andantes de una fugaz procesión religiosa.

Cortesía de Rick Owens
Con las crisis sociales y económicas mundiales, que han generado una división perceptible, que difunden una fatal intolerancia hacia el convaleciente prójimo, Rick deseaba mostrar sensibilidad y gentileza ante el extremista fanatismo político, que gobierna la sociedad. “Hay fuerzas de la intolerancia que crean guerras, y luego hay fuerzas de la tolerancia que resisten y promueven otras ideas, incluida la tolerancia en la estética” – señalo. Su ceremonia trasciende por la inocencia de sus arrebatos que lo orillaron a buscar a su tribu, fuera de su hogar. “Tuve que dejar Porterville para activar mi capacidad de explorar y experimentar” – declaró Owens.

Cortesía de Rick Owens
Las espectaculares coreografías montadas en las películas de la época dorada del cine, en especial, las del “santo padre” Cecil B. DeMille, provocaron aquella sincronización de bailarines y gimnastas montados en una pieza piramidal de metal, cargada por robustos soldados, es propiamente idéntica a la escena de Cleopatra – al entrar triunfalmente a Roma (París).
Siendo restrictivo y hermético al optar por desfiles más privados, prefirió considerar el valor de pertenecer a una comunidad. “A todos los estudiantes de moda que normalmente están fuera de la valla, los tendremos en el desfile”. Increíblemente, logro juntar sin problema alguno, a 200 alumnos pertenecientes a varias facultades y escuelas de diseño, a enlistarse a una desaprobación social y manifestar, silenciosamente, por la explanada.
Las prendas lucían antiguas, como si fueran túnicas de Jedi o la vestimenta de caballeros templarios, que sobrevivieron a los vientos despiadados de las tormentas de arena y encontraron la paz en el cielo. Sus hermanos comparten una moralidad formativa en puntiagudas cornudas hombreras y provocativas siluetas que arropaban expresiones de resistencia y orgullo en el denim deslevado y en telas que son curtidos vegetales. Una monotonía que entre el smog, era convincente por admirar un presente más mítico y pavoroso.

Cortesía de Owens
En definitiva, la contemporaneidad es individualista, ya que necesitamos distinguirnos unos de los otros. Rick Owens con su experimentación post modernista, demuestra que expresar unidad, te hace mejor individuo y su capacidad de montar imborrables espectáculos. Es necesario considerar las líneas divisoras y oprimentes que amargan el espíritu confundido – empatía y diversidad, es lo que necesitamos. No solo es realizar suntuosos perfomances, es actuar. ¿Qué más necesitas? La moda desde un corazón sincero y honesto, ha gritado del dolor que la esclaviza y solamente es tranquilizada, si cambiamos el egoísmo material que nos nubla, sin piedad alguna. El futuro glamour exclamará una mayor humanidad de quienes la promueven y crean.

Cortesía de Rick Owens
Resto de los looks:
- Rick Owens Spring 2025
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