En una velada que unió lo mejor del arte y el cine mexicano contemporáneo, Don Julio 1942 celebró una round table única en el icónico St. Regis, donde algunos de los talentos más destacados de ambas industrias se reunieron para dialogar sobre los procesos creativos que hoy marcan tendencia. Bajo el lema de “Una noche monumental”, esta reunión íntima y sofisticada no solo fue un espacio de reflexión profunda, sino también un encuentro que celebró el cruce de disciplinas, generaciones y formas de ver el mundo.

Esta reunión abordó temas como el auge del arte y el cine mexicano, fenómeno que todos reconocieron como parte de un movimiento que responde al deseo del público de conectar con historias y obras honestas, cercanas y con alta calidad estética. Figuras del cine como Fernando Cuautle, Javier Sepúlveda, Mayra Batalla y Eduardo Lecuona, y artistas visuales como Román De Castro, Mauricio Cadena, Sergio Molina y Diego Vega Solórza, coincidieron en que la autenticidad, más allá de las modas o tendencias, es lo que da vida a los proyectos que hoy impactan a nivel nacional e internacional.
Uno de los momentos más reflexivos de la noche surgió al abordar el equilibrio entre la visión artística y las colaboraciones con marcas, una práctica cada vez más común. Diego Vega Solórza compartió su experiencia con Canto de Agua, una obra comisionada por Don Julio 1942 durante la Semana del Arte en Laguna. Esta pieza no solo concientizó sobre la importancia del cuidado del agua, sino que también demostró cómo el arte puede conectar lo monumental con lo íntimo, generando un impacto profundo en la audiencia en favor de un bien común.

De manera sincera, Diego explicó cómo este encargo lo llevó a reconectar con una línea creativa que había dejado en pausa: la pintura. “Cuando viene un brief de un patrocinador o un cliente, como Don Julio 1942, y te piden crear una pieza específica, abre para ti una nueva manera de crear. En mi caso, fue volver a un lenguaje que es profundamente mío, la pintura, y eso fue algo que agradezco”, confesó. Así, Canto de Agua se convirtió en un puente entre la esencia de su obra y los valores de una marca que busca celebrar lo grande, lo importante, lo que trasciende.
Pero lejos de sentirse limitado, Diego compartió que estas colaboraciones pueden ser una oportunidad para salir de la zona de confort, siempre que se haga desde un lugar honesto: “Creo que este tipo de colaboraciones pueden ser muy positivas. Eso sí, hay que encontrar un equilibrio para no perder lo que te hace único como artista”.

La reflexión de Diego abrió paso a un intercambio profundo sobre lo difícil, pero necesario, que es arriesgarse a nuevas formas de crear. Mayra Batalla, actriz de cintas como Noche de Fuego y Cindy la Regia, destacó cómo el cine también enfrenta esos retos al balancear las expectativas del público con historias que tengan un impacto real. En esa misma línea, Román De Castro, artista multidisciplinario, reflexionó sobre la importancia de mantenerse conectado a las problemáticas contemporáneas, como la identidad juvenil, y de usar el arte para cuestionar y proponer nuevas narrativas.
Quizá el momento más simbólico de la noche fue cuando se abordó la pregunta clave: ¿Qué es para ustedes lo monumental en sus carreras? Y fue aquí donde las respuestas se entrelazaron con el espíritu de la velada: crear algo que deje huella. Tanto en cine como en arte, los asistentes coincidieron en que lo monumental no siempre está en las cifras o el reconocimiento, sino en poder construir un lenguaje propio, un discurso que sea fiel a la voz interior, aunque eso implique enfrentarse a los propios límites.

Así, esta round table se convirtió en un testimonio vivo del poder del arte y el cine mexicano, pero también del valor de las alianzas auténticas. Don Julio 1942 no solo fungió como anfitrión de la velada, sino como un aliado comprometido en abrir espacios donde las voces creativas puedan dialogar, cuestionar y construir juntos.
Y si algo quedó claro al final de la noche, es que lo monumental, al menos para este grupo de creadores, no es otra cosa que mantenerse fieles a la pasión que los mueve, a pesar de las demandas del mercado o las expectativas externas. Una noche de tequila, arte y cine que celebró, como bien dice Don Julio, lo más grande de la vida: crear y compartir algo que perdure.


Posteriormente, los asistentes disfrutaron de un menú espectacular ideado por el chef Diego Niño, pensado para resaltar la esencia de Don Julio 1942 y acompañar una conversación que, más que un evento, se sintió como una experiencia completa: sabores, ideas y emociones en un mismo espacio. Al igual que Canto del Agua refleja una conexión con lo monumental a través del arte, cada platillo fue también una celebración de la grandeza de lo bien hecho, de lo que se queda en la memoria.
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