Me atrevería a pensar que somos demasiados los que conocemos aquel famoso monólogo de la legendaria Miranda Priestly y el cerulean sweater, (posiblemente lo estés recitando ahora), y aunque a pesar de que las tendencias definitivamente parecen pasar por una serie de niveles o estratos a manera que se popularizan (como bien lo expone Miranda)… muchas veces parecen hacer lo contrario… No bajan escalón por escalón sino suben con un solo paso gigantesco desde abajo hasta arriba: Ya no estoy aquí, dirigida por Fernando Frías ha tomado a los usuarios de Netflix por sorpresa… posiblemente sea en parte la cuarentena culpable de que tengamos todos tiempo y espacio para verla, pero es casi imposible voltear a cualquier red social y no ver alguna cita, foto, o reseña sobre la película… especialmente existe una gran admiración por la estética del largometraje, específicamente el vestuario.
Pero ¿de qué manera se relacionan la famosa escena de El diablo viste a la moda y la estética de la película? Si bien, aún es difícil calcular el impacto que tenga esta película sobre las tendencias de moda en los próximos meses o semanas, no sería sorprendente que tuviera un impacto masivo sobre ellas. Lo que sí sabemos y hemos visto, es una popularización de prendas o estilos con orígenes en diferentes subculturas; pachucos, emos, punks, entre muchísimas otras que se han fusionado, evolucionando y creando nuevas como los hoy famosos e-boys, cybergoths, chologoth y muchísimas más, varias de estas con sus debidos impactos en tendencias, y siendo estos impactos los agentes que han saltado de un escalón muy escondido, a uno con una gran exposición, de manera muy diferente a como lo plantea nuestra sabia Miranda.
Me es difícil creer que Ya no estoy aquí, será la excepción a la regla, me es difícil imaginar un próximo Coachella, Austin City Limits, inclusive un Pa’l Norte donde la estética Cholombiana no haya tenido un impacto sobre los atuendos de los asistentes. A pesar de que no es la primera vez que se nos expone a esta subcultura, siendo una de las pioneras Amanda Watkins con su publicación Cholombianos en cubrirla, ésta definitivamente ha llegado a nuevos mercados. Podríamos inclusive hablar del poder del storytelling para justificar la popularidad de la película (siendo que hoy se sitúa como el segundo producto más visto en Netflix México), cuya popularidad reside en audiencias que ya se han sentido atraídos a la manera en que Ulises y los Terkos se visten.
Si el efecto que pienso que tendrá, ocurre, no sería la primera vez que pasa… definitivamente la estética de lo más genérico y catalogado como “cholo” ha sido un tanto popular, inclusive las famosas sudaderas de edredón de vendedor de feria de Equihua se podrían considerar una manera de integrar identidad apegada a una cultura y convertirlo en moda, pero expondría de manera más evidente como la manera de vestir de un joven proveniente de una de las colonias más empobrecidas de Monterrey define la estética de los grupos privilegiados de México y quizás de algunos otros países… Quizás no es Ya no estoy aquí quién lo esté causando… pero si quien lo pondrá un poco más en evidencia.
Emilio Castillo es colaborador en badhombremag.com “me gusta mucho observar, creo que está padre escribir de moda y la gente”.
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