Hace casi cuatro años el Millennial Pink se dio a conocer por la plataforma de color estadounidense: Pantone. Se popularizó, llenó almacenes y tal fue su impacto que se le consideró el color de toda una generación. Aún así, años después de su lanzamiento, pudimos seguir viéndolo en objetos y accesorios todavía con mucha fuerza -aunque con un aspecto de sobreexplotación-
Ciertamente, y como todos los años, Pantone lanza un color diferente. Este año, la elección ha sido el Classic Blue: un color que aseguran brinda calma, confianza y por supuesto en yuxtaposición con un color como el rosa, crea las combinaciones menos ortodoxas y conformistas para el vestir, lo cual ha beneficiado a que este movimiento parezca fresco, un tanto rebelde, innovador y aspiracional. Este fenómeno lo hemos visto, en los últimos meses, cobrar fuerza en la sastrería masculina entre las celebridades de Hollywood.
Esto no hubiera sido posible sin el trabajo de los diseñadores que han apostado por descontinuar la idea de que el rosa representa un color de connotaciones de género que últimamente resultan cansadas y pasadas de moda. Desde el diseñador inglés Paul Smith, hasta las casas francesas como Dior y Givenchy, en sus colecciones primavera-verano ’20 han -por lo menos- insinuado en muy contados looks que algunos hombres llevarán sastrería, cazadoras y jerseys en el ya mencionado color.
Aunque incluso en nuestra época llevar rosa resulte ser un juego excitante de transgresión y emoción por desvanecer las líneas que cada vez son más borrosas entre la indumentaria femenina y masculina, y que por más que miremos hacia adelante con esperanza, aún existe una relación complicada entre el hombre y el rosa desde hace ya algún tiempo.
Esta relación no siempre fue así: en algún momento de la historia en el siglo XVIII el rosa pastel era el color por antonomasia entre los hombres de la corte. Así que verlos paseándose, leyendo y bebiendo en trajes confeccionados en seda y bordados florales despertaba un interés erótico entre las mujeres que esperaban ansiosas el cortejo por parte de tan masculinas presencias.
Después de eso -y tristemente- este color se usó para diferenciar a los bebes entre niños y niñas, pasando por décadas de juguetes Barbie en donde se reasignó este color con exclusividad, haciendo que los hombres heterosexuales evitaran a toda costa rozarse con este color.
Gradualmente el rosa se convierte en un tono casi neutro gracias a estos últimos impulsos de hombres valientes por hacerlo ver trendy y masculino de nuevo. Los esfuerzos no han sido en vano, pero quizá nos lleve un poco más de tiempo imaginar que pueda llevarse sin tener que ser un tema.
Ivan Isahi
Excelente artículo, esperare el siguiente!