¿Alguna vez sientes que por más que te esfuerces nunca es suficiente? Que las cosas no te salen como quieres porque quieres hacerlo “perfecto”, o que en algún momento todo irá mal y quedarás de alguna forma “expuesto” bien, pues no eres el único, pero tampoco es algo “normal”, por así decirlo. Cada vez somos personas que no sabemos lidiar con la frustración y el síndrome del impostor derivando incluso en insatisfacción personal.

Cada generación lidia con sus propios problemas, las adversidades no es una novedad, pero lo que sí es que cada vez más jóvenes afrontan panoramas poco alentadores desde casi cualquier ámbito: salud, económico, laboral, político y social, y no hablemos de los problemas propios de la juventud como parte de su crecimiento.

La cosa es que queremos que todo nos salga bien, como lo imaginamos, creyendo que todo tiene que salir bien, de lo contrario los resultados pueden ser desastrosos. Un examen, por ejemplo, decisiones interpersonales, familiares, una meta académica, una simple decisión del día incluso, puede ocasionarnos un desbalance terrible.

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En el mundo en el que vivimos tan inmediato, y creyendo que la tecnología es el marguen a seguir sin errores, la configuración de nuestras acciones, estilo de vida y formas de reaccionar se vuelven más intensas y esporádicas, casi sin control.

Para que más o menos sepas que pasa con esas emociones y la importancia de tratarlas, te traemos la información más específica de la frustración, el síndrome del impostor para entender mejor esa sensación de insuficiencia personal.

La frustración

Para empezar, debemos entender que la frustración es la respuesta emocional común que experimentamos cuando tenemos un deseo, una necesidad, un impulso y no logramos satisfacerlo; entonces sentimos ira, molestia y decepción, un estado de vacío no saciado.

En su lado negativo se desencadena cuando una persona experimenta una devaluación sorpresiva, en la calidad o cantidad de un reforzador apetitivo, en presencia de señales previamente asociadas con un reforzador de mayor magnitud.

Entonces, si esas necesidades son constantemente ignoradas o insatisfechas es probable que avancen a la ira, la depresión, la pérdida de confianza en sí mismo, la molestia, la agresión y la violencia.

En estos casos, el individuo puede percibir que la fuente de la frustración está fuera de su control y, por lo tanto, esta emoción continuará aumentando. Lo importante es trabajar la tolerancia, no solo con el exterior, sino con nosotros mimos tratarnos bien, así como equilibrar la emoción.

Saber que la perfección no existe, procurar ser positivos con nosotros mismos y con quienes nos rodean, tener planes extra en la vida, sin pensar que todo nos tiene que salir bien al primer intento, sin duda ayudará a mejorar las habilidades de tolerancia a la frustración.

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Síndrome del impostor

De acuerdo con la psicóloga Laura Barrientos Nicolás, de la Facultad de Medicina de la UNAM, en algún momento de su vida, más de 70 por ciento de la población en el mundo ha padecido el síndrome del impostor; es decir, siete de cada 10 personas han creído que sus logros o triunfos son producto de “un golpe de suerte” o de la ayuda de los demás, pero no de su esfuerzo, capacidad, talento o creatividad.

Fuerte pensar eso, especialmente cuando somos jóvenes y egresamos de la universidad para adentrarnos en el mundo laboral. Barrientos Nicolás apuntó que es una creencia irracional que no permite al sujeto tener confianza en sí mismo. Pese a las pruebas (diplomas, títulos, trofeos) y al reconocimiento laboral, académico, público o de la gente cercana.

Al no sentirnos capaces, vivimos vigilantes y temerosos de que alguien descubra que cometimos un “fraude”. Aquí lo que predomina es la inseguridad desencadenando nuevamente en ansiedad, depresión y tristeza, trastornos emocionales que afectan su desempeño laboral, académico o profesional.

Su incapacidad para reconocer sus logros les impide disfrutarlos como “éxitos propios”, señala la integrante del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la FM. Además, en pacientes que son perfeccionistas, la ansiedad puede paralizarlos e impedir que encuentren una solución adecuada a determinados problemas, o causarles nerviosismo.

El síndrome del impostor no tiene una causa específica. Su origen es multifactorial: biológico, psicológico y social, señaló Barrientos Nicolás

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Insatiafaccción personal

Sobre la insatisfacción personal, debe ser tratada con cuidado, pero en términos generales, debemos entender que la insatisfacción, en principio, es una emoción que te ayuda a conseguir esos cambios, tal vez porque ya te cansaste de lo que ocurre en tu presente. El problema está cuando esa insatisfacción no está en lo que haces tú y lo le das una salida, solo se queda trabajando en tu mente alimentándose de ideas negativas.

Pueden ser múltiples situaciones las que te hacen sentir eso, tu familia, relaciones, amigos, tu mismo presente donde tal vez no te gusta nada, extrañas tal el pasado incluso, o piensas en el mucho más de lo que solías recordar.

Ese vacío se puede volver a llenar, la cosa es tener un acompañamiento profesional o sincero con alguien y entender lo que tú buscas. De formas muy generales, porque cada caso es distinto, trabajar contigo será el mayor punto de inflexión de tu vida, ya que es lo único que puedes gestionar y conocer.

Si bien no podemos controlar el mundo, solo aceptarlo, crecer y aprender a mirarlo con apertura. El miedo y la inseguridad son emociones que te hacen focalizarte solo en lo que temes o no te gusta y no es todo el panorama.

 

 

Referencias:

Gaceta UNAM

Psicología y mente

 

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