La historia política en México está llena de contrastes. Desde la formación del sistema político actual en 1910 con el inicio de la Revolución Mexicana, donde hubo personas que genuinamente luchaban por una sociedad justa con espacio para todas las opiniones que aportaran al crecimiento equitativo y por otro lado, agentes que simplemente se colgaron de la lucha para ver por intereses personales.

Asimismo, también existen contrastes en aquellos que aspiran a la política: algunos creen que llegando al mandato deseado se acaban sus obligaciones, que no lo ven como un trabajo sino como una meta por alcanzar, una pura cuestión de poder; y otros que sí desean un cambio social.

Estos contrastes también aplican en los gobernados, en los partidos políticos y como bien decía al principio, en el sistema político mexicano en general, incluyendo a los presidentes que hemos tenido.

Así, los mandatarios mexicanos han sido los protagonistas de la formación de nuestro sistema político, económico y social actual, pero ¿acaso también han sido protagonistas de historias de moda?

Actualmente vivimos en un gobierno “izquierdista”, cuyo estandarte político de campaña más popular sonaba a: Por el bien de México, primero los pobres, por lo cuál se han planteado políticas de austeridad bastante criticadas por no ser acatadas desde la misma presidencia, sobre todo, por la gente cercana al presidente, como sus hijos, quienes se han visto usando tenis Louis Vuitton. O bien, las bolsas Chanel y los pumps Valentino de su nuera.

Sin embargo, ¿qué ropa utiliza el presidente de México? Y más importante aún ¿su ropa es verdaderamente una extensión de sus discursos políticos?

Desde el análisis más evidente, podemos recordar el escándalo de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) por ser visto usando un suéter Ferragamo de 22 mil 800 pesos, cosa que como ya se dijo, no es congruente con su discurso, pues esto no es lo que se espera de la cabeza al mando de un gobierno “austero” que recorta el presupuesto hasta de los tratamientos contra el cáncer.

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En esta misma línea, otra de las prendas que han hecho famoso el clóset del presidente son sus guayaberas, aquellas que usó en varios eventos durante su campaña y aún lo hace en viajes oficiales. Es una guayabera la que usó cuando habló con la población de Chiapas y Tabasco para ofrecer argumentos que convencieran a sus ciudadanos de que su gobierno sería diferente; esa misma prenda que usaba mientras, hace unos meses, saludaba a la mamá del Chapo; de nuevo, contrastes.

Así, las guayaberas del presidente son una de las prendas más características sobre su persona e incluso. el ex embajador de Estados Unidos en México, Christopher Landau, ha hecho diversas bromas amigables sobre esto.

Éstas guayaberas son creadas, en su mayoría, en una de las camiserías con más tradición en el país. Se trata de la Camisería Bolívar, ubicada en el centro histórico de la Ciudad de México. Este lugar lleva más de 120 años vistiendo a los hombres del país y el costo mínimo de una camisa a la medida es de $700.00 pesos. Andrés Manuel ha comprando y mandando a hacer ahí sus camisas desde que era Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, esto según los empleados de la camisería, quienes para entrevista con Milenio Noticias, lo recuerdan.

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Ahora bien, otra de las facetas conocidas del presidente, es su lado deportivo, específicamente su afición por el béisbol. Para este deporte, el presidente también tiene atuendos que porta con bastante orgullo. New Era es la marca principal que realiza los uniformes de los equipos en la Liga Mexicana de Béisbol, en donde los precios de sus productos van desde los $500.00, en las tiendas oficiales.

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Según Roberto Franco Briones, director de la asesoría en imagen pública ICONOS, en un análisis para el periódico Milenio sobre qué tanto ha cambiado la vestimenta de AMLO a lo largo de sus años de carrera política: “López Obrador no emplea accesorios en su vestimenta: ni mancuernillas ni ningún elemento que simbolice autoridad, por lo que con su aspecto, el mandatario busca generar empatía, amabilidad e identificación con el pueblo.”

Todo esto, sin duda, logra una impresión incluso de santidad para la gente que confía ciegamente en él y su gobierno. Existen algunos negocios en el centro de la Ciudad de México, por ejemplo, que exhiben sus fotografías con el mandatario como si se tratara del Papa. Incluso, me tocó ver un negocio de fotografía, en la calle de Tacuba, en donde la dueña tenía una foto con el presidente de cuando era jefe de gobierno, posada en su altar religioso. Es casi imposible no notar la relación que logra tener con sus gobernados a partir de la afinidad que crea con su ropa pese a sus escándalos con ella, que crean nuevamente, una atmósfera de contrastes al vestir.

La ropa sí es una extensión de quiénes somos y de lo que representamos; y cuando eres una figura pública y más aún, un presidente con políticas austeras, ésta muchas veces termina diciendo más que las palabras de cualquier discurso.

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